El hambre: la otra pandemia global

El hambre: la otra pandemia global

El hambre: la otra pandemia global

Daris Javier Cuevas, columnista en el periódico El Día.

Cada vez más resulta decepcionante observar que la cantidad de personas que sufren hambre se incrementa de una forma exponencial a escala planetaria. Se trata de que, desde inicio de la segunda década del siglo XXI, decenas de millones de seres humanos ingresan de forma masiva a las filas de personas que padecen de una baja alimentación crónica, fruto de que los diferentes países de todo el mundo continúan enfrentándose a situaciones multifactoriales de malnutrición.

En el contexto de la pandemia global, la cantidad de personas que padecen hambre se expresa con mayor énfasis en regiones como Asia y África, que tradicionalmente han sido los mayores focos de este flagelo. Sin embargo, en medio de la crisis sanitaria el malestar del hambre ha traspasado todas las fronteras, de tal suerte que el 2020 cerró con un incremento de alrededor de 130 millones de personas que fueron impactadas por la tragedia del hambre crónica a escala global.

Aunque se tiene la certeza que desde el año 2000 el hambre crónica ha tenido un incremento gradual y sostenido, esta ha registrado una sostenibilidad desde el 2014, pero que previo a la pandemia se registraba que 790 millones de personas en el mundo ya sufrían hambre. En adición, la subalimentación mundial ha encontrado su mayor expansión con 381 millones en Asia, 250 millones en África y 48 millones en América latina, implicando que la crisis sanitaria encontró un terreno fértil para su aceleración.

A la Luz de la verdad, la recesión económica derivada del COVID-19 se ha traducido en un estancamiento del progreso en el combate contra el hambre en el planeta y que se consolida con el impacto negativo que perturba la producción, distribución y el acceso a la alimentación en el mundo. Dado que previo a la pandemia se tenía la precisión de que un 16% de la población mundial ya sufría de hambre y que 265 millones de personas ya Vivian bajo amenazas de ser arrastradas por este flagelo en aquellos países de ingresos bajos y medio, entonces, se puede inferir que en el contexto de la crisis sanitaria se está asistiendo a un potencial real de que se produzca una catástrofe alimentaria global, que sería la otra pandemia.

La inseguridad alimentaria ha colocado en una situación de alta vulnerabilidad a millones de seres humanos indefensos ante la situación económica, el cual se profundiza con la pandemia global, generándose de esta manera un nuevo mapa mundial del hambre que está colocando a la humanidad en una frontera de fragilidad entre la vida y la muerte ante la situación extrema en que se manifiesta el hambre. Sin lugar a dudas, los fuertes golpes sufridos por la economía redundan en una reducción de ingresos, lo cual lleva a muchos países a no poder importar tantos alimentos como antes, pues según la FAO esto tiende a traducirse en que 83 millones de personas adicionales se vean afectadas por la desnutrición.

Esas temibles cifras plantean un escenario asimétrico, si se toma en consideración los datos de la FAO plantean que desde inicio de la pandemia existían más 840 millones de personas que en el mundo pasaban hambre, y que alrededor de 200 millones de niños estaban sufriendo de malnutrición. Peor aún, es aceptar que más de 11 millones, con edad inferior a los 5 años, están muriendo en el mundo cada año; pero resulta inaceptable que estas cifras pongan en evidencia que estamos ante la presencia de lo que se puede calificar como la mundialización del hambre, vinculada de manera inherente al fenómeno de la pobreza.

El Panorama Global con que ha iniciado el 2021 es altamente preocupante si se parte del hecho de que el 2020 arrojó que, a escala planetaria, 170 millones de personas necesitaban ayuda de emergencia, cifras que proyecta que superará los 235 millones, fruto de la pandemia. Por tal razón, se ha previsto que los efectos de la pandemia global empujará a 150 millones de personas a la pobreza extrema este año 2021, derivado de la gravedad de la contracción económica, lo cual sería igual por primera vez desde 1870 en que tantas economías experimentarían una disminución del PIB per cápita.



Daris Javier Cuevas

Economista-Abogado Máster y Doctorado en economía Catedrático de la UASD

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