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El Gran Israel, la apuesta por una nueva arquitectura de poder en el Medio Oriente.

Por: Yeudy Maldonado Báez, politólogo y analista geopolítico.


​Israel, desde su óptica geopolítica, ha estado impulsando una redefinición de fuerzas en el Medio Oriente, moldeando la región a sus intereses y expandiendo sus fronteras de acción bajo el argumento de la seguridad. Esto ha colocado nuevamente de moda el concepto de “Greater Israel o Gran Israel”, promovido por grupos sociales conservadores y la coalición de partidos que actualmente gobierna el Estado Hebreo. “Greater Israel o Gran Israel” es un concepto de origen bíblico-religioso, con fuertes referencias simbólicas, que ha sido interpretado con una connotación imperial por sectores del sionismo, que muchos partidos de derecha y ultraderecha dentro del Estado Israelí han asumido como marco ideológico para justificar políticas de expansión territorial. Como señala Garcia San Miguel López-Puertas (2023, p. 7), “los sionistas apelaron a la religión para reclamar un derecho histórico y divino sobre el territorio”, reforzando así la dimensión ideológica de su proyecto expansionista.

Las acciones puestas en marcha por parte de Israel se alinean a una estrategia territorial bastante clara y definida, que se evidencian con la construcción de asentamientos en Cisjordania, la ocupación de los Altos del Golán en Siria, la creación de zonas de control en el Sur del Líbano y la ocupación territorial de la Franja de Gaza. Así lo expone Mejías (2024) “la ocupación de Gaza y las incursiones en el sur del Líbano no son hechos aislados, sino parte de una estrategia regional de control geopolítico que redefine el equilibrio de poder en el Medio Oriente”. Esto demuestra una lógica de consolidación territorial basada en el elemento de la seguridad, lo que permite visualizar la ejecución de una doctrina imperial en la región, que genera tensiones y roces con actores de peso en el Medio Oriente e incluso internacionales, por las interconexiones y alianzas entre Estados existentes en el marco internacional.

El ataque israelí a lideres de Hamás en territorio qatarí es un ejemplo de cómo la visión ideológica imperial del “Greater Israel o Gran Israel”, promovida por sectores ultraconservadores, moldea y determina las decisiones políticas en Tel-Aviv. Este hecho, que trajo como consecuencia una cumbre de emergencia en Doha, con la participación de más de 50 países árabes e islámicos, refleja un punto de inflexión en la dinámica de poder en el Medio Oriente. La reacción regional evidencia una reconfiguración entre los Estados de la región, actores externos e Israel, que proyecta una nueva articulación de un bloque árabe-islámico ante una amenaza común, representada en el liderazgo del primer ministro Benjamín Netanyahu, como lo resalta Recep Tayyip Erdoğan, presidente de Turquía “Netanyahu ha demostrado una vez más que es la mayor amenaza para la seguridad de la región” (TRD Global, 2024), derivando esto en nuevas alianzas, estrategias y una compactación geopolítica contra Israel.

La realización del proyecto “Greater Israel o Gran Israel” ha impulsado la consolidación de una seria de alianzas y pactos de defensa entre Estados árabes e islámicos, que observan con preocupación la visión expansionista israelí como una amenaza para la estabilidad del Medio Oriente. El acercamiento entre Egipto, Jordania, Irán, Turquía, el Líbano, Qatar, Arabia Saudita, Omán y Pakistán, a pesar de sus diferencias geopolíticas, es un ejemplo claro de “realpolitik”, ya que se trata de la construcción de una coalición regional sustentada en acuerdos multilaterales de seguridad, inteligencia y defensa, con el objetivo de construir un muro de contención como contrapeso a Israel.

Estados Unidos, Europa, Rusia y China, potencias extrarregionales, todas buscan posicionarse estratégicamente en la región e intensifican sus apoyos diplomáticos y de cooperación en función de sus intereses, con el objetivo de conseguir o mantener influencias para la concreción de sus metas en el corto, mediano y largo plazo. Por un lado, Washington D. C. y Bruselas, plantean un enfoque de cooperación estrecha con Israel, aunque desde Europa con una perspectiva crítica y de recelo por ciertas acciones.

Mientras que Beijing y Moscú juegan un rol más activo, promoviendo una narrativa contraria al expansionismo israelí, alianzas militares e impulsando el multilateralismo como contrapeso a la imposición de una única visión geopolítica en la zona, profundizando la polarización de los actores en conflicto y colocándolos en la antesala de una nueva etapa de confrontación estratégica en la región.
​La visión expansionista de Israel, la compactación en bloque del mundo árabe-islámico y la influencia de potencias en la zona permiten observar cómo se va gestando una nueva arquitectura global.

Latinoamérica, a pesar de estar históricamente al margen de los conflictos en el Medio Oriente, no puede ignorar lo que ocurre, ya que su vinculación con potencias en disputa, la convierten en un espacio geopolítico de interés. La apertura de nuevos espacios de dialogo, cooperación, intercambio y pactos entre Estados en el marco internacional generan las plataformas necesarias para que la región latinoamericana se reposicione con mayor autonomía estratégica. De cara al futuro, el reto para los Estados de América Latina será adaptarse con visión, pragmatismo y destreza, articulando alianzas inteligentes y diversificando sus vínculos, ya que quienes lo logren serán los que lograran incidir con mayor peso en la configuración del nuevo orden global.

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