Este trastorno tiene una prevalencia reportada de entre un 3% y 27% en la población de países occidentales.
El estreñimiento consiste en un trastorno intestinal definido subjetivamente como una disminución en la frecuencia evacuatoria, cantidad de heces, sensación de evacuación incompleta y dificultad a la expulsión, con frecuencia asociada a distensión, molestia o dolor abdominal.
Eliam Rivas Polanco, gastroenteróloga de los Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias Médicas y Telemedicina (Cedimat), señala que el estreñimiento es una afección común, que impacta negativamente en la calidad de vida de quienes lo padecen, siendo responsable de millones de consultas médicas por año a nivel mundial, no estando exento nuestro país.
Este trastorno tiene una prevalencia reportada de entre un 3% y 27% en la población de países occidentales, aumentado su frecuencia con la edad y siendo mucho más común en mujeres; el mecanismo exacto por el cual se produce la constipación más en el sexo femenino no se conoce totalmente claro, pero la evidencia sugiere que el rol de las hormonas sexuales femeninas es lo más importante.
Factores de riesgo
De acuerdo a la gastroenteróloga, alguno de los factores de riesgo vinculados al estreñimiento son: bajo nivel de actividad física o sea una vida sedentaria, dieta deficiente en fibras y consumo de líquidos, bajo nivel socioeconómico y educativo, depresión o ansiedad, historia de abusos y maltratos físicos o psicológicos.
La constipación se puede agravar con viajes largos, el embarazo o los cambios bruscos en la dieta. En algunas personas también es costumbre postergar el acto defecatorio lo que conlleva con el tiempo al estreñimiento.
Rara vez puede ser síntoma de otra enfermedad como hipotiroidismo, lupus o enfermedad de Parkinson, o bien asociarse al consumo de ciertos medicamentos como por ejemplo los antidepresivos.
Sostiene que otros pueden ser factores obstructivos de la luz colónica, tránsito intestinal lento y trastorno obstructivo de la defecación con o sin alteración anatómica.
Diagnósticos
La especialista destaca que existen varios enfoques diagnósticos para definir la o las causas probables, comenzando con la elaboración de una buena historia clínica en la que debe recogerse todo lo relacionado con el hábito defecatorio del individuo, posibles circunstancias relacionadas (embarazo, viajes, episodios de estrés, cirugía), hábitos dietéticos, nivel de actividad física, medicación habitual y consumo de laxantes. Se debe considerar, además, la presencia de sangre o moco y la morfología de las heces, la presencia de síntomas como flatulencias, distensión, o dolor abdominal; además, de antecedentes personales y familiares de cáncer colorrectal.
En exploración física y pruebas de laboratorio se hace énfasis en los signos de alarma: cambios en el calibre de las heces, anemia, pacientes mayores de 50 años no sometidos a tamizaje previo para cáncer de colon, estreñimiento de reciente instalación, sangrado rectal, prolapso rectal, pérdida de peso y sangre oculta en heces.
Luego se continúa con los exámenes complementarios como colonoscopia, estudio de motilidad intestinal mediante la medición del tiempo de tránsito intestinal, pruebas de función anorrectal y estudios de imágenes como tomografías y resonancia de piso pélvico.
Tratamiento
Existen varias opciones de tratamiento disponibles y debe ir dirigido principalmente a la causa o tipo de estreñimiento que tenga el paciente.
La primera fase va orientada a realizar una serie de medidas higiénicodietéticas y educativas.
Se debe enfatizar en la necesidad de incorporar unos hábitos dietéticos saludables con una elevada ingesta de fibra a través de una alimentación rica en frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, entre otros.
La doctora resalta que alcanzar la cantidad de 25 a 30 gramos de fibra al día supondría un aumento del volumen de las deposiciones, una disminución de la consistencia de las heces y una reducción del tiempo de tránsito colónico.
Del mismo modo, afirma que una ingesta adecuada de agua en combinación con el aporte adecuado de fibra, facilita el ablandamiento de las heces y su consecuente avance por el tracto intestinal.
Practica ejercicios
Recomienda la práctica de ejercicio físico que ayuda a regular el ritmo defecatorio al estimular los movimientos intestinales y aliviar la distensión abdominal.
Además, es conveniente tratar de no inhibir el reflejo defecatorio y adquirir un hábito a la hora de ir al baño, estableciendo horarios determinados a lo largo del día.
El tratamiento farmacológico se centra en el uso de laxantes que incluyen una amplia diversidad de los mismos según la necesidad del paciente.
Existes terapias alternativas como las maniobras de reaprendizaje o “biofeedback” en las que el paciente aprende a coordinar los músculos del suelo pélvico y a reconocer las señales de presión del recto, y en última instancia las intervenciones quirúrgicas en caso de inercia colónica o colon redundante.
Hidratación es clave
— Toma líquidos
Se debe tomar agua y otros líquidos, como caldos y jugos de frutas y vegetales con endulcorantes naturales, para ayudar a que la fibra funcione mejor. El cambio debe hacer que las heces se vuelvan más blandas y fáciles de evacuar.
Situaciones que pueden provocar esta afección
Algunas de las situaciones que pueden provocar esta afección son:
-Inflamación de las venas del ano (hemorroides). Hacer fuerza para evacuar.
Puede provocar una inflamación de las venas que se encuentran en el ano
y alrededor de este.
Fisura anal. Las heces grandes o duras pueden
provocar pequeñas rupturas en el ano.
-Heces que no pueden eliminarse (imputación fecal). El estreñimiento
crónico puede provocar una acumulación de heces duras que se atascan
en los intestinos.
-Prolapso rectal (intestinos que sobresalen a través del ano, en el momento de realizar esfuerzos evacuatorios).