
¿Para qué pueden servir “la mierda de vaca” y la “pupú de cerdo"? ¿Te imaginas?
En un trabajo anterior proyecté el potencial de la energía solar en la región Sur del país. Ahora vamos a tratar de energía, pero esta vez será a partir de estiércol de animales. ¿Qué tiene que ver una cosa con otra?
Es que en esta ocasión no solo dejaremos implícito ese desarrollo, sino que también nos adentraremos en otra alternativa energética que está ahí, a la espera de su aprovechamiento: el estiércol de animales vacuno y porcino.
El estiércol de animales –como cosa curiosa de estos tiempos- está adquiriendo un valor intrínseco. Lo que antes eran desechos malolientes, perturbadores y hasta un problema de depósito para los productores, ahora son materias primas valiosas de uso en los campos de la agricultura, la pecuaria, la energía y la ecología.
Como es conocido, el estiércol de vaca y cerdo está generando energía limpia en decenas de empresas de distintas regiones del país.
Y es que, de manera cuasi sigilosa, pero con buen acierto, en el país se impulsa una tecnología que, aunque no tiene la gran promoción, sirve para dar valor agregado a la “caca” de vaca o de cerdo. La misma permite que aquello que otrora eran desechos, desperdicios, se aprovechen en la producción de energía y fertilizante, reduciendo costos y aportando mayores beneficios a los productores.
Esta valiosa tecnología se implementa con éxito, tanto en la pecuaria nacional, como en distintos países como China, Estados Unidos, Latinoamérica, Centroamérica y la del Caribe.
“En la República Dominicana, se puede construir y utilizar biodigestores para aprovechar el estiércol de animales, principalmente vacuno y porcino, como fuente de biogás para cocinar o generar energía, y como biofertilizantes para cultivos. La tecnología está disponible a través de proyectos locales, como los del Instituto Dominicano de Investigaciones Industriales (IIBI), con apoyo de organizaciones como la USAID, y empresas privadas, que han implementado sistemas para reducir costos y mejorar la sostenibilidad de granjas”.
Biodigestores en RD
¿Qué son los biodigestores? “Un biodigestor es un tanque herméticamente cerrado donde la materia orgánica se descompone por bacterias en ausencia de oxígeno (digestión anaeróbica)”.
Actualmente se impulsan proyectos para el fomento de biodigestores, a través de la Comisión Nacional de Energía (CNE), el Instituto de Innovación en Biotecnología e Industria (IIBI) y la Dirección General de Ganadería, con respaldo de organismos regionales como el Instituto Interamericano de Cooperación Agropecuaria (IICA), empresas privadas y productores vacunos y porcinos.
La CNE impulsa, por ejemplo, “varios proyectos de biodigestores, tanto a gran escala como a pequeña escala, con el fin de generar energía renovable y gestionar residuos”. Específicamente, esta dependencia del Ministerio de Energía y Minas trabajó en los proyectos a gran escala de la Planta de Biogás Los Botados, en Monte Plata, que genera 5 Megawatts de electricidad y la Planta de Biogás Sierra Prieta de 2 Megawatts, en Santo Domingo.
También, la CNE impulsó en 2023 los biodigestores Ammadol-BIO que producen 10 Megawatts, en la provincia Espaillat. “A nivel comunitario y educativo, la CNE promueve iniciativas para el uso de pequeños biodigestores que transforman los desechos de animales en biogás para cocinar y biofertilizantes para la agricultura”.
Beneficios ambientales
Las instalaciones de biodigestores tienen, además, beneficios específicos en la parte ambiental, debido a que evita emisiones de gas metano (CH4) hacia la atmósfera, el cual tiene efecto invernadero. Por eso se ha motivado la instalación de estos sistemas para prevenir la emisión del metano, que es un “gas de efecto invernadero”, con un poder de calentamiento global de 24 veces el del dióxido de carbono.
“Esto, juntamente con lo antes mencionado en conexión con la eliminación de los malos olores, parásitos e insectos vectores de enfermedad, pone en relieve los beneficios medioambientales de las instalaciones de biogás”, asegura la institución.
En ese sentido, la institución tiene en sus planes los proyectos de pequeña escala (comunitarios, educativos y agrícolas). Puso como ejemplo el uso en granjas de cerdos de pequeños biodigestores para el manejo de desechos porcinos, produciendo biogás para cocina y biofertilizantes líquidos para la agricultura.
Además, se instalan sistemas en escuelas “para transformar desechos orgánicos y estiércol animal en biogás y biofertilizantes, promoviendo la educación ambiental y la sostenibilidad”.
En su marco operacional, la CNE ha planteado desarrollar un modelo de biodigestor a bajo costo y con mantenimiento accesible, utilizando estiércol de ganado vacuno, con la participación de universidades, empresas eléctricas y el Ministerio de Educación Superior. Promueve, igualmente, la bioenergía ofreciendo incentivos para proyectos de biodigestores, incluyendo financiamiento y créditos fiscales.
Aportes del IIBI
En tanto, técnicos del IIBI también desarrollan “proyectos de biodigestores, principalmente enfocados en el sector porcino y ganadero para producir biogás y bioabono”. El experto en energía del IIBI, ingeniero Bolívar Martín Rodríguez, informó que esta institución trabaja en un digestor de biogás para 80 vacas lecheras en el municipio de Monción.
“Estos proyectos -según afirman los especialistas de esta institución- buscan transformar los desechos orgánicos en energía renovable, reducir la contaminación y obtener fertilizantes orgánicos para mejorar los ingresos y la sostenibilidad en el país”. Precisan que “a pesar de esto, algunos proyectos, como uno que utilizaba sargazo, han enfrentado desafíos por falta de financiamiento”.
En su rol de institución de innovación, el IIBI explica que “ha desarrollado y puesto en funcionamiento modelos de biodigestores anaeróbicos, diseñados específicamente para pequeños y medianos productores porcinos y ganaderos”. Han logrado que los biodigestores producen biogás, una fuente de energía gratuita que puede reemplazar combustibles fósiles.
“Ayudan a disminuir la contaminación de ríos y suelos al tratar los residuos orgánicos, y reducen las emisiones de gases de efecto invernadero”.
Entre las ventajas adicionales de esta tecnología, está el manejo del residuo (lodo) que se utiliza como “fertilizante orgánico de alta calidad para cultivos” y “reducir costos de producción en granjas, como el costo de la energía, y también pueden ser una fuente de ingresos adicional”.
Fertilizantes ricos en nutrientes
Los expertos no se cansan de resaltar las bondades de esta tecnología, ya que con los biodigestores se produce biogás que puede usarse como combustible para cocina, calentar agua o generar electricidad. También, produce el residuo líquido resultante, llamado digestato, un fertilizante natural rico en nutrientes para mejorar la calidad del suelo y los cultivos. Para eso se realizan proyectos piloto locales para implementar biodigestores de bajo costo y fácil mantenimiento en zonas rurales.
Según expertos consultados, “la adopción de biodigestores reduce costos de producción al disminuir la necesidad de comprar fertilizantes químicos y combustible, y al mismo tiempo, disminuye la contaminación ambiental”.
Explican que en una granja porcina la inversión en un biodigestor grande puede recuperar el costo inicial en menos de dos años, debido a los ahorros en energía (aproximadamente RD$90,000 mensuales).
El uso de biofertilizantes mejora la calidad y cantidad del forraje, lo que beneficia la producción de leche. “Existen instalaciones en granjas porcinas y lecheras que demuestran la viabilidad de la tecnología para generar energía eléctrica y biogás para uso doméstico y de producción”.
Estamos hablando de que un biodigestor es un milagro de la tecnología dada todas sus bondades. “La instalación de biodigestores requiere un diseño y construcción adecuados para garantizar la eficiencia del proceso”.
La “mierda de vaca” y la “pupú” de cerdo que desechamos y que eran un problema en nuestros campos, ahora ha devenido en convertirse, por los efectos positivos de esta tecnología, en una apreciable materia prima para producir energía y fertilizante, a la vez que contribuye a que las granjas porcinas, por ejemplo, se ahorran mucho dinero en combustible. “Esto, juntamente con lo antes mencionado en conexión con la eliminación de los malos olores, parásitos e insectos vectores de enfermedades, pone en relieve los beneficios medioambientales de las instalaciones de biogás”.
Aunque ahora se da el caso de que la producción porcina ha decrecido significativamente debido a la Peste Porcina Africana (PPA), con una disminución de más del 15% en 2023 y más del 50% desde el inicio del brote en 2021. “En contraste, el sector pecuario en general, que incluye la producción vacuna, experimentó un crecimiento de 3.2% en 2022”.
Pese al tropezón
¿Qué significa todo esto? No obstante este “tropezón en la producción porcina”, el país sigue teniendo un gran potencial para producir energía limpia a través de los biodigestores.
Por lo que pudimos observar a lo largo de esta indagatoria sobre la temática, el problema ha sido el financiamiento de esta tecnología, lo cual ha frenado su expansión, y por eso se nos ocurre sugerir que el gobierno, a través del Banco Agrícola, disponga de recursos blandos para que los biodigestores sigan siendo parte de la panacea en los campos del país.
*El autor es periodista.