
El presidente de Colombia ha querido minimizar las acciones de narcotraficantes que usan la región del Caribe para sus actividades y reducirlo a un enfrentamiento verbal con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Los traficantes de drogas no tienen miramientos en el daño que realizan estas estructuras criminales transnacionales a las personas y a la institucionalidad de los países con su amplio poder corruptor.
La lucha contra el narcotráfico debe ser una lucha de todos los gobiernos e invitar a la sociedad en pleno a integrarse a la misma.
Los que transportan las drogas en embarcaciones por el Caribe no son simples “jóvenes confundidos”. En realidad son criminales que dañan y matan.
La discusión sobre los métodos que se puedan usar para combatirlo es válida, pero sin que en la misma se llegue a minimizar el daño de los narcotraficantes.
Colombia es uno de los principales productores de cocaína y el Gobierno colombiano tiene la responsabilidad de combatirlo.
Ciertamente, el tratamiento a los adictos debe ser desde el enfoque de salud pública, pues muchos de ellos son enfermos, pero los que transportan y trafican la droga son criminales que merecen ser tratados como lo que en realidad son.
República Dominicana ha sido un gran aliado de la comunidad internacional en los esfuerzos contra el narcotráfico y así debe continuar.
Los gobiernos de la región no pueden mostrar debilidad o “comprensión” con esos criminales, pues el daño que realizan a las personas es indiscutible.
El mundo necesita de esfuerzos comunes para acabar con esas estructuras criminales y no diluirse en discusiones ideológicas y mucho menos apelar al populismo.
No se le puede dar respiro a los narcotraficantes, pues han demostrado una gran capacidad para hacer daño, incluyendo la violencia y asesinatos.
El presidente Petro se equivoca al querer minimizar el daño que propician los que trafican con drogas.