El discreto encanto de los muebles María Teresa

El discreto encanto de los muebles María Teresa

El discreto encanto de los muebles María Teresa

Juego de asientos y mecedoras, propiedad particular. Cesar Langa Ferreira

Al penetrar en el Museo de la Casa de Tostado, dedicado a la vida y costumbres de la familia dominicana a finales del siglo XIX, cuando nos convertimos en República independiente, podemos observar una colección de muebles, utilizados en las casas de la época.

Entre ellos destacan los muebles llamados entre nosotros “María Teresa”, los que adornaron numerosos hogares de nuestro país. Aun lo hacen entre aquellas familias que han tenido la fortuna de heredarlos o comprarlos en el mercado de antigüedades.

Dibujo de la mecedora María Teresa y detalle del respaldo.

La mecedora María Teresa forma ya parte de nuestra tradición, la asociamos a nuestro romántico pasado y la miramos como algo propio.

Es sentimentalmente tan nuestra como la calle El Conde, las retretas en el parque, el dulce de leche, los coches de caballos, en fin la amalgama de olores, sensaciones, objetos, sabores y afectos que componen nuestros recuerdos.

En realidad, los muebles María Teresa no son dominicanos de origen, ¿pero quién lo es?, nos preguntamos. Todos en esta, o en anteriores generaciones, vinimos de otras partes a este pedazo de isla y arraigamos aquí. Esta tierra tiene la virtud, muy particular a nuestro modo de ver, de encantar y enamorar a todo el que viene a vivir en su suelo, sea español, italiano, libanés o chino. Así sucedió con los muebles María Teresa.

Fueron hechos en las fábricas de Grand Rapids, Michigan, en los Estados Unidos, cuando en la segunda mitad del siglo antepasado, la expansión norteamericana al oeste provoco una demanda de muebles baratos, ligeros, desarmables y fáciles de trasportar.

Tipo de madera
Eran muebles hechos en serie de maderas baratas: pino rojo, olmo y roble, por lo general con el asiento y el respaldo de pajilla, este curvado y decorado en su parte superior e inferior, calado con balaustres y pajilla en el centro. En el frente, el faldellín terminado en curvas.

Tanto la mecedora como las sillas, tienen doble travesaño en las patas, con torneados en el frente.
El éxito fue inmediato y la demanda inmensa.

Muy pronto Grand Rapids estaba surtiendo de muebles al medio oeste, en constante expansión. Como si fuese poco, empezaron a atender demandas provenientes de las islas del Caribe y de Sur América. Así fue como los muebles María Teresa se volvieron elementos del diario vivir en miles de hogares a lo largo y ancho del continente.

A pesar de su origen humilde y de su fabricación en serie, no dejan de tener gracia y encanto. Indudablemente que jamás pueden ser comparados con las piezas fabricadas por los grandes ebanistas europeos que, dentro de las artes decorativas, se elevan a la categoría de obras de arte. Pero son muebles graciosos, de líneas armoniosas, proporcionados, ligeros, frescos y se adaptan perfectamente a este clima tropical.

Además, parece que están destinados a no pasar nunca de moda, ingresando a la galería de muebles que por su línea bien lograda, sencilla y armoniosa, se adaptan a cualquier decoración, aun en los ambientes vanguardistas.

Claro que no fue así al comienzo. Los entendidos de la época, pusieron el grito en el cielo, protestando. Allá por el 1877, en una revista llamada “The american architect and building news”, escribían contra “ese despliegue de vulgaridad en el diseño que emana de la pueblerina Grand Rapids, trayendo desgracia sobre el buen nombre del mueble americano”.

Pero el público en general estaba muy satisfecho, pues el precio bajo era más importante que el diseño y el gusto refinado.

Aunque las tallas son planas y más que tallas son dibujos incisos efectuados a máquina, tienen una gracia simple y sencilla que agrada. Las fábricas de la provinciana Grand Rapids, lograron el milagro de masificar los muebles para el hogar, lo que hasta entonces sólo había sido privilegio de la aristocracia y la burguesía adinerada.

Y aconteció que en esta tierra de gente pobre, austera y de costumbres sencillas, el mueble María Teresa se sintió en casa y tomó cartas de ciudadanía.
Abundando sobre el asunto, en el próximo artículo nos extenderemos sobre estos tipos de muebles.

Características

—1— Una gracia simple
Aunque las tallas son planas y más que tallas son dibujos incisos efectuados a máquina, tienen una gracia simple y sencilla que agrada.

—2— Gustos sencillos
Las fábricas de la provinciana Grand Rapids desarrollaron un mueble con características propias que se adaptó perfectamente a una masa de gustos sencillos y prácticos.

*Por MARÍA CRISTINA DE CARÍAS, CÉSAR IVÁN FERIS IGLESIAS Y CÉSAR LANGA FERREIRA



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