
El coche fue un vehículo utilizado durante muchos siglos, hasta el invento del automóvil.
Consistía en un armazón de metal, al cual se le instalaba una especie de cabina, semicircular, suspendida por medio de correas o puesta sobre muelles, con dos portezuelas dotadas de ventanas, que contenía asientos, a veces uno, otras uno frente del otro, generalmente forrados de piel o de telas lujosas.
Generalmente, tenían cuatro ruedas, pero los había de dos. En la parte delantera, tenía un sillín para el conductor del carruaje.
Este estaba equipado para sujetar caballos, los que, desde tiempo inmemorial, transportaron al ser humano de una u otra forma. Los caballos enjaezados, eran conducidos mediante riendas manejadas por el cochero.
Los había para un par de bestias y también para cuatro o seis, dependiendo de la categoría del personaje, dueño del coche.
En el Museo de las Casas Reales podemos observar un coche de los que se usaron con mucha frecuencia en la primera capital de América.
Sin embargo, el coche no se comenzó a utilizar en España sino a finales del siglo XVI, antes de esa época se viajaba en litera o andas y como siempre, sobre la montura de un caballo.
Cuando llegaron
Cuenta Gonzalo Fernández de Oviedo que cuando la princesa Margarita llegó para casarse con el príncipe Don Juan, heredero de los Reyes Católicos, trajo el uso de los coches de cuatro ruedas, pero al retornar, ya viuda, a Flandes, cesó el uso de los coches y se volvió a la litera.
