Educación no debe ceder a presiones

Educación no debe ceder a presiones

Educación no debe ceder a presiones

Apropósito de la Orden Departamental 33-2019, mediante la cual el Ministerio de Educación procura priorizar la puesta en vigencia de una efectiva política de género en la educación preuniversitaria, me he sentido como si viviese en el oscurantismo que caracterizó a la humanidad durante la Edad Media.

Hace mucho tiempo que no escuchaba ni leía tantas irracionalidades frente a una medida que ni siquiera es definitiva, en vista de que las autoridades educativas tienen un plazo de 60 días para diseñar la metodología, que se inicia con la elaboración de la política de género de la institución y que será construida mediante un proceso técnico y participativo, en el que los distintos actores del sistema podrán hacer sus respectivos aportes.

Realmente, resulta incomprensible que en la República Dominicana, cuya Constitución proclama que constituye un Estado Social Democrático de Derecho, algunos sectores rechacen abiertamente una disposición cuyo objetivo consiste en el logro de una igualdad real en la educación de hombres y mujeres, con el fin de acabar con la cultura patriarcal que ha imperado históricamente.

Organizaciones vinculadas a la educación y al sector religioso han llegado al extremo de emplazar al ministro de Educación, Antonio Peña Mirabal, a que la revoque, bajo la amenaza de que de no hacerlo acudirían por ante el Tribunal Superior Administrativo.

Particularmente, la Conferencia del Episcopado Dominicano señaló que la misma enmascara la ideología de género que desarraiga la naturaleza humana, ignora la biología, desconociendo conceptos científicos irrefutables.

Nada más absurdo que lo anterior, dado el hecho irrefutable de la marcada desigualdad existente en el país entre hombre y mujeres, expresada desde lo laboral hasta lo político.

La igualdad entre los géneros no es solo un derecho humano, sino la base necesaria para conseguir un mundo pacífico, próspero y sostenible.

Medidas de esa naturaleza son las que contribuirán a fomentar relaciones de armonía y tolerancia que impulsen el desarrollo pleno e igualitario entre todas las personas que habitan en la República Dominicana.

Otra cuestión cierta es que la Orden Departamental 33-2019 se corresponde con los postulados de la Constitución de la República promulgada en el año 2010 y la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo, las cuales garantizan un trato igualitario para mujeres y hombres.

Afortunadamente, decenas de organizaciones académicas, sociales y culturales respaldan la iniciativa que llega con retraso a la educación dominicana, pero que viene a sentar las bases para la elaboración de una política de género integral que agregaría un componente ético a la formación de los estudiantes preuniversitarios.

En la actualidad, una de las más grandes demandas sociales, respecto a la formación de niños y jóvenes en nuestro país, radica en la necesidad de incorporar a la currícula, estrategias para trabajar en todas las áreas y asignaturas, los principios y valores éticos.

En el transcurrir del tiempo, observamos que cada vez más se multiplican los conflictos éticos en el ejercicio profesional, muchos pasan por la desigualdad de género.

La formación ética es una necesidad que no puede ser aplazada en el sistema educativo, tanto a nivel de sus actores, como de las propias instituciones educativas.

A dichas instituciones, les corresponde cumplir inminentes deberes sociales y culturales para la construcción de una sociedad más justa, humana, equitativa y solidaria, que no sería posible sin una política de igualdad entre hombres y mujeres.



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