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Edificación que albergará el tesoro de la Basílica Menor de Nuestra Señora de la Encarnación

Aspecto de la edificación, con fachada neoclásica.  Fotos: Cesar Langa Ferreira.
📷 Aspecto de la edificación, con fachada neoclásica. Fotos: Cesar Langa Ferreira.

Tras la adopción del cristianismo como religión oficial del Imperio romano, se hizo necesario un modelo capaz de acoger a grupos importantes de fieles para el culto.

De esta forma las primeras iglesias en Roma, bajo el emperador Constantino, fueron levantadas a semejanza de las basílicas seculares, lugares, en donde, bajo la ley del imperio, se administraba la justicia, delante del pueblo. Durante el siglo V de nuestra era, estas fueron transferidas al episcopado de la religión cristiana.

Las basílicas mayores, se encuentran en Roma, pero hay más de mil quinientas basílicas menores, a lo largo del mundo, nombradas así, para distinguirlas en su categoría, dentro del protocolo eclesiástico.

Entre estas se encuentra la catedral de Santo Domingo, cuyo nombre, según su rango eclesiástico es el de: Basílica Menor de Nuestra Señora de la Encarnación.

La edificación escogida para el proyectado museo, que debería llevar el nombre correcto, tiene una triste, sangrienta y dolorosa historia.

Se levantó en época de frey Nicolás de Ovando como casa, posada o alquería, para los personajes importantes, llegados a la capital del nuevo mundo, generalmente con permisos otorgados por su majestad el rey Fernando, para las exploraciones allende los mares. Como sucedió con aquellas levantadas, no lejos del solar destinado a ser la morada de don Diego Colón.

Fue una prisión
Más adelante, en 1772, se dedicó a prisión real, para lo cual los muros debieron robustecerse y levantarse más altos. Dos de sus muros están hundidos dos metros bajo tierra. Allí fue escenario de dolorosos capítulos de torturas y tormentos.

Hoy en día, la edificación presenta en su interior un aspecto de barraca militar, tal como fue su uso en la época de la dominación haitiana.

Jerome Maximilien Borgella, gobernador haitiano de la parte este de la isla, fiel interprete de las directivas de Boyer, reedificó la que había sido originalmente, propiedad de don Diego de Herrera, a comienzos del siglo XVI. Destruida por un terremoto, el gobernador haitiano la reconstruyó a la manera afrancesada que hoy se contempla. Así mismo el frontispicio del cuartel de su tropa, que luce, es del período neoclásico, de forma que la cornisa horizontal, continúa a lo largo de los extremos del alero.

Ideal para escultura
El tímpano, formado de ese modo, proporciona un lugar ideal para una escultura.
En el caso de la edificación destinada a museo, ostenta un vaciado en bronce rodeado de un círculo y sobre el frontón, otro vaciado, debajo de las letras de bronce, indicativas del museo.

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