Duarte y las consecuencias de su ideario

Duarte y las consecuencias de su ideario

Duarte y las consecuencias de su ideario

Una ofrenda noble a Juan Pablo Duarte en el 208 aniversario de su natalicio es difundir su inconmensurable labor patriótica, imitar su ejemplo de transparencia y valorar su fe inquebrantable en la existencia de una República sustentada en su ideario, que entre tantas verdades dice: “El Gobierno debe mostrarse justo y enérgico o no tendremos patria y por consiguiente ni libertad ni independencia nacional”.

Honrar la obra de Duarte
Rendir tributo al Patricio es deber cívico ineludible, porque sólo él y un puñado de leales revestidos de nacionalismo irreductible lograron el objetivo sublime de la emancipación, a pesar del peligro proveniente de la perversidad entreguista.

Duarte organizó a los patriotas en grupos de tres y de allí el nombre La Trinitaria.

Honrar la gigantesca estatura moral y política de Duarte contribuye a salvar del olvido inducido el ideal inconcluso de una patria cimentada en la concepción nacionalista, opuesta a la conspiración antinacional.

Homenajear a Duarte sería reclamar el restablecimiento del 26 de enero como única fecha para conmemorar tan significativo onomástico y rectificar así esa desacertada profanación.

Media vida de ausencias
De sus 63 años de vida Juan Pablo Duarte pasó más de tres décadas ausente de la patria que contribuyó a fundar.

La primera salida forzada del Patricio fue el 2 de agosto de 1843, hacia Curazao, duró ocho meses y se debió a la persecución de Charles Hérard contra sus antiguos aliados.

La proclamación de Duarte como presidente de la República hecha por Matías Ramón Mella desde Santiago, provocó la reacción de Pedro Santana, quien activó el conservadurismo y mediante prácticas dictatoriales doblegó las lealtades liberales.

Como desenlace de la propuesta de Mella, Duarte fue apresado en Jamao, trasladado a la fortaleza San Felipe de Puerto Plata y luego a la Torre del Homenaje, donde junto a otros aliados esperó el destierro como condena por la acusación de ´´traición´´ a la patria.

El 10 de septiembre del año de la emancipación, Duarte tomó el camino del exilio a Hamburgo, Alemania, para luego radicarse en Venezuela por casi 20 años, no obstante, el presidente Manuel Jiménez haber amnistiado mediante decreto del 26 de septiembre de 1848 a los proscriptos por la infame disposición del 22 de agosto de 1844.

De misión en misión
Derrocado Boyer en 1843, los liberales del este de la Isla procedieron a organizar juntas populares, misión asumida por Duarte con las consabidas consecuencias.

Cuando Duarte se expatrió en 1843, abrazó el propósito de organizar una expedición con la ayuda de Venezuela; mientras el liderazgo del movimiento separatista preparaba una tropa de 500 individuos, vecinos de Los Llanos, para esperar el desembarco por Guayacanes.

También solicitó al prócer armas y los pertrechos que pudiera conseguir, quien a pesar del esfuerzo solo pudo reunir escasas armas, en su mayoría inservibles, por lo que, en misiva del 4 de febrero de 1844, solicitó a su familia disponer de sus bienes para la causa patria.

Una de las misiones más comprometedoras delegada en el Patricio fue trasladarse a Baní para reforzar a Pedro Santana, quien se resistía a pasar a la ofensiva contra los haitianos que ocupaban Azua. Ante la imposibilidad de convencer al caudillo seibano para el cambio de táctica, Duarte pidió autorización a la Junta para atacar el ejército invasor y por el contrario se requirió su retorno a Santo Domingo.

La última ´´misión´´ asignada al Padre de la Patria vino del Gobierno Restaurador, cuyo liderazgo después de recibirlo en 1864, con aparente júbilo, le solicitó ir al extranjero en misión diplomática a gestionar recursos para la causa restauradora.

Como soldado disciplinado al servicio de la patria se marchó el mismo año a cumplir su encomienda y con resignación cristiana falleció en Venezuela el 15 de julio de 1876.

Liderazgo y poder
No cabe duda de la principalía de Duarte en la articulación del movimiento separatista y los procesos derivados de la misma. Sin embargo, esa condición no fue proporcional a la cuota de control de las estructuras del Estado.

Cuando se fundó la Junta Popular de Santo Domingo en 1843, integrada por liberales de ambas partes de la Isla, la presidencia de la misma recayó en Alcius Ponthieux y en Duarte se delegó organizar esas estructuras.

Al retornar de su primer exilio, el 15 de marzo de 1844, Duarte fue reintegrado como general, rango que la Junta reservó para él, mientras para Pedro Santana el de coronel, pero los hombres del caudillo al salir de El Seibo, ya lo llamaban general, lo que fue validado por la Junta y dio cabida al deslinde de posiciones entre ambas figuras.

La población recibió a Duarte con gran solemnidad y ratificó la proclamación de Padre de la Patria hecha por el jefe de la Iglesia, Tomás de Portes e Infante, el mismo que más tarde lo excomulgaría; al contrario, la Junta le dio cabida en ese órgano, a penas como vocal, cargo de reducida importancia para los méritos del Patricio.

Con el golpe del 9 de junio, la Junta pasó al control liberal y Duarte no asumió su presidencia, responsabilidad delegada en Francisco del Rosario Sánchez.

Su anuncio como presidente de la República, fue de escaso alcance temporal y de poco impacto respecto a los actos de gobierno, igual sucedió con la función de Delegado de Gobierno en el Cibao, hecho por la Junta.

Misión

— Complicada
Una de las misiones más comprometedoras delegadas en Juan Pablo Duarte fue la de enviarlo a Baní para reforzar a Pedro Santana, quien se resistía a pasar a la ofensiva contra los haitianos, que ocupaban Azua.

*Por TEODORO VIOLA