Dos metros de lectura

Por Ángel García Salazar
Santo Domingo.-Motivados por la idea de acercar el pueblo a la lectura, un grupo de escritores aborda cada viernes el Metro de Santo Domingo, el punto de encuentro es la estación Casandra Damirón, viajan de Norte a Sur y de Este a Oeste leyendo para las miles de personas que usan el servicio de transporte.
“Acercando al pueblo a la lectura” es una iniciativa de los integrantes del Taller Literario Narradores de Santo Domingo como homenaje al escritor y político dominicano Juan Bosch en el 108 aniversario de su nacimiento. El ideólogo de la campaña es el joven escritor y músico ocoeño Rodolfo Báez, coordinador del taller.
A un cuarto para las 5:00 de la tarde y con la integración del laureado escritor Valentín Amaro, la quincena de jóvenes literatos aborda el tren. En la estación Juan Pablo Duarte forman dos grupos; siete se quedan en la línea 1 junto a Amaro, los seis restantes pasan a la línea 2 junto a Rodolfo, así se reparten las dos ruta.
Entre los que acompañan a Rodolfo están Franci Santos, Daniel Polanco, Víctor Hugo Morales, “MaryClaudia”, mientras que en la línea 1 con Amaro; leían Niurca Herrera, Ramón Matos, Elena Grullón, Dayanara Reyes, entre otros autores contemporáneos.
En la estación que recuerda al presentador y humorista, Freddy Beras Goico, el coordinador del taller presenta a sus compañeros, les habla brevemente de los beneficios de la escritura, de los placeres de la lectura y luego se reparten los vagones del tren; unos llevan en sus manos libros, otros sus tabletas.

La selección contiene cuentos y poesía. A pesar de ser géneros distintos, tienen en común su origen criollo. Son obras de autores locales en cuya lista, además de Bosch está: Pedro Peix, Virgilio Díaz Grullón, Rita Indiana, José Acosta, Kianny Antigua, Fernando Berroa, José A. Beltrán y Valentín Amaro. Otros de los textos leídos son creaciones de los recién juramentados en la narrativa itinerante.
Mientras el tren avanza en dirección Oeste, los literatos se ven obligados a luchar con las incomodidades de vagones repletos de pasajeros. La grabación del locutor Rodolfo Espinal les interrumpe cada dos minutos (A veces antes) para anunciar la llegada a cada estación, pausan la lectura unos segundos y continúan tras el arribo de nuevos viajeros que ahora los escuchan con rostros de extrañeza, quizás sea común que las personas lean en el metro pero no todos lo hacen en voz alta, la osadía parecía estar reservada a los predicadores evangélicos.
“En cada estación entra y se desmonta gente, no todos van a escucharnos hasta el final, es por eso que les damos los títulos y nombres de los autores; así los que desean conocer las historias, tienen la oportunidad de buscarla”, explica El Gato, seudónimo del escritor ocoeño.
Cuenta que trajo la idea de España y decidió pedir permiso en la Oficina Para el Reordenamiento del Transporte (Opret) porque el metro tiene que ser un lugar abierto a todo tipo de expresiones e ideas:
“No solo los predicadores tienen derecho a leer aquí, también los amantes de la literatura tenemos derecho”, enfatiza con la gravedad locutoril que caracteriza su voz.

Los autores y sus letras
En su mayoría son escritores jóvenes, provenientes de las provincias y barrios de la capital. Cultivan el cuento, la poesía, novela y microrrelatos; cada uno con estilo y voces propias.
Cada viernes a las 6:00 de la tarde se reúnen en el Salón de Conferencias de la Feria del Libro, en la Plaza de la Cultura, lugar donde estudian las técnicas literarias y socializan sus escritos para luego recibir las críticas y sugerencias de otros talleristas.
Sus producciones marchan al ritmo de lo actual y trazan pinceladas futuristas. En una atmósfera antológica como la de “Santo Domingo no problems”, hablan de “El amor en los tiempos del WhatsApp”, de “El turno de los malos”, de lo que sucede “Cuando el humo se disipa”, uno da “Jaque a la dama” y otro prepara “Coctel para una dama de compañía”, así de diversa es su bibliografía.
La voz de Rodolfo Espinal anuncia el final del recorrido, llegan a la estación María Montez y tras la desocupación y ocupación instantánea, los narradores vuelven a la faena. Franci Santos dice sentir satisfacción por la receptividad del público al que le tocó leer en la primera parte del recorrido.
“La gente estaba muy atenta, paraban de hablar para escucharnos, hasta nos hacían preguntas sobre lo que leíamos o relacionada con el taller”, confiesa.
Los viajeros y sus impresiones
Quienes usan el metro son en su mayoría estudiantes, trabajadores de diversas áreas y deportistas, muchos viven en sectores populares de Santo Domingo, tal vez no todos comprenden lo que se lee pero se les nota atento.
“La iniciativa me parece interesante, hay gente que no lee ni el periódico, de esta forma tienen la oportunidad de conocer que se está escribiendo en el país hoy y parte de lo que se escribió ayer”, expresa José Vidal, usuario del sistema de transporte.
En opinión de Pamela González, no se debería permitir a ningún colectivo o persona hacer ese tipo de manifestaciones en el metro, pues entiende que se interrumpe la tranquilidad de los viajeros.
