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Donde tuerce el rabo

Cuando se quería hablar de una situación complicada, un nudo, una concurrencia de conflictos o coyuntura, el habla común del dominicano recurría a la expresión que da título a esta nota editorial: “Ahí es que la puerca tuerce el rabo”.

Ahora recurrimos a ella a propósito del diagnóstico del ingeniero Onéximo González, quien atribuye la primera de las causas del insufrible tapón que se vive en las grandes ciudades del país, particularmente en la Capital, al sistema de transporte público.

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Su enfoque sobre este fenómeno de nuestro tiempo pasa por una descripción en la que le atribuye no sólo el congestionamiento de las vías, sino la siniestralidad, contaminación, estrés y enfermedades pulmonares.

Tiene razón el ingeniero González.
No sólo debemos ver la enorme cantidad de horas perdidas cada día en las calles de las grandes ciudades del país, las cifras de muertes y el consumo de combustibles.

También, los riesgos de males cardíacos derivados de la agonía por evitar los atascos, el costo de la consulta médica y la exposición a los gases de combustión de miles de personas que hacen vida en nuestras calles desde poco antes del amanecer hasta alto en la noche.

Su mirada de técnico lo ha llevado a contabilizar lo que cuesta el tapón derivado de la falta de lo que ha calificado “inhumano sistema de transporte público”.

Desde luego, quien habla de esta manera tiene mucho tiempo observando los asuntos de movilidad en varios países y sabe que las soluciones tienen poco que ver con la construcción de grandes y costosas autopistas.

Sacar las chatarras de las calles, imponer el orden con arreglo a la ley, regular la prestación del servicio y supervisar con regularidad son medidas de política que deben ser rescatadas, si es que alguna vez existieron, o establecidas con urgencia.

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