Diez horas que emocionaron al mundo

Diez horas que emocionaron al mundo

Diez horas que emocionaron al mundo

José Mármol

Diez horas fue el tiempo que transcurrió, el domingo 26 de junio de 2016, para que el buque chino de carga Cosco Shipping Panamá uniera a su paso, entre mañana y tarde, los océanos Atlántico y Pacífico, en la travesía inaugural de las nuevas esclusas de Agua Clara (Atlántico), provincia de Colón, y Cocolí (Pacífico) del Canal Ampliado de Panamá.

Un acontecimiento histórico cuyo único precedente se remonta al 15 de agosto de 1914, cuando fue abierto el Canal de Panamá como una de las obras colosales del siglo XX.

La chispa incendiaria de este histórico momento vivido por el pueblo panameño y las más de 60 delegaciones internacionales, varias encabezadas por jefes de Estado, junto a decenas de periodistas nacionales e internacionales, diplomáticos, empresarios, autoridades eclesiales y personalidades del ámbito artístico y cultural, tuvo lugar en la gesta heroica de los mártires del 9 de mayo de 1964, cuando un grupo de estudiantes desafió, al precio de derramar su sangre, la humillante concesión a perpetuidad a Estados Unidos de América de la llamada Zona del Canal (mediante el tratado Hay-Bunau-Varilla, firmado en 1903, para la construcción de la ruta interoceánica) e intentó colocar allí una bandera panameña en señal de recuperación de la soberanía de la zona.

Esta acción patriótica constituyó el detonante para la abolición de este tratado y la entrada en vigor de los nuevos tratados Torrijos-Carter, firmados en Washington el 7 de septiembre de 1977, que pondrían fin al dominio colonial estadounidense sobre el Canal.

En esta misma fecha, el boxeador Roberto Mano de Piedra Durán ganó su primer título mundial y exaltó a Panamá a los hitos deportivos.

Fui testigo presencial, investido del privilegio de periodista, de la imponente y emocionante llegada del buque carguero a la esclusa de Cocolí, habiendo partido del puerto griego de Piraeus, capitaneado por Jude Rodrigues, para hacer su “esclusaje” con más de 9,000 contenedores en cubierta, dejando con ello abierta una nueva etapa en la comunicación interoceánica y el acercamiento comercial, ahora con mayor capacidad y en menor tiempo, entre los dos hemisferios del planeta. El istmo de Panamá reitera así su singular posición de corazón del mundo.

Esta extraordinaria obra de ingeniería, pensada y llevada a cabo por panameños, entre cuyos protagonistas se encontró una mujer, Ilya Espino de Marotta, vicepresidenta de Ingeniería y Administración de Programas del Canal, costó 5,250 millones de dólares y tardó 9 años en hacerse realidad.

Pero, lo más importante es que para su ejecución, el proyecto, sometido en 2006 por el entonces presidente Martín Torrijos, debió ser aprobado por la Asamblea Nacional y el 22 de octubre de ese mismo año, mediante referéndum, el 77 por ciento de los panameños votó a favor de su construcción. Paradójicamente, el actual presidente Juan Carlos Varela, quien lo inauguró, estuvo en contra del proyecto durante la votación.

El desaguisado lo puso el New York Times, con un artículo envenenado sobre supuestos riesgos por fallos de construcción, orientado a aguar la fiesta.

Se espera un beneficio económico y social favorable para las presentes y futuras generaciones de panameños.

En términos de impacto medioambiental, al reducir el tiempo de navegación por la ruta verde, habrá una disminución, en los próximos diez años, de más de 160 millones de toneladas de CO2, de los navíos que crucen por la ampliación.

Además, se ha tenido el cuidado de trasladar animales, reforestar dos por cada árbol cortado y valorar los rescates arqueológicos que las excavaciones generaron. Un Canal Ampliado que ha unido todas las voluntades, en diez horas que conmovieron al mundo.



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