Las provincias en alerta roja, hasta anoche, eran Barahona, Bahoruco, Independencia y Pedernales, las
más cercanas con la ruta del meteoro, que desde el martes de la semana pasada limita el desenvolvimiento de la vida pública y privada en el país.
Con estos niveles de alerta, dispuestos por el Comité de Operaciones de Emergencias, quedan limitadas a lo mínimo o indispensable para vivir, las actividades productivas, sociales, administrativas y humanas en cuatroprovincias.
Este tipo de restricciones han pesado sobre la mayoría de las provincias de la banda sur del país desde el martes de la semana pasada, cuando a partir de la 1:00 de la tarde fueron paralizadas labores en los sectores público y privado, así como la docencia en la educación básica y universitaria, por lo menos desde el Gran Santo Domingo hasta Pedernales. Más adelante fue incluida la provincia San Pedro
de Macorís.
La cantidad de daño que le fue evitado a la población, que bajo aquellas condiciones debía de salir a unas vías públicas cargadas de agua, sólo puede ser valorado cuando se le relaciona con las pérdidas materiales y humanas atribuibles a los temporales del 4 de noviembre de 2022 y 18 del mismo mes de
2023.
Un poco más remoto, pero también todavía vivos en el recuerdo de millones de personas, los daños causados por las tormentas Olga y Noel, la primera, del 28 de octubre y la segunda del 11 de diciembre, ambas en el año 2007.
En esta oportunidad igual podrán ser cuantificados daños materiales importantes, pero los humanos han quedado reducidos en gran medida y esto, sin dudas, puede ser atribuido a las prevenciones dispuestas desde medio día del martes pasado.
Es tiempo ya, sin embargo, de volver al trabajo, a la dinámica de la Administración pública, al abastecimiento del mercado y al inevitable tapón nuestro de cada día.
Bienvenida sea la “normalidad”.