Día de las Madres, razón de regocijo hasta en asilo
Santo Domingo.-“Aló… gracias, ay, esto fue una fiesta muy grande, una cosa enorme, la pasamos muy bien”.
Esa fue la reacción expresada ayer por Cristina Rosa, una de las internas del Hogar de Ancianos San Francisco de Asis, en el kilómetro 11 de la carretera Sánchez, a un pariente que la llamó por teléfono para felicitarla.
Sonriente y llena de regocijo, ella recordó, al igual que muchas otras de sus compañeras, el feliz sábado que pasaron, en el que celebraron junto a las religiosas, familiares y allegados la conmemoración del Día de las Madres.
Ayer, alineadas en sus sillas de descanso, cada una remembró entre emotividad y nostalgia la ausencia de sus hijos, en algunos casos algunas esperaban a ver sí llegaban y otras sólo respondieron que no tuvieron la suerte de procrear.
En el caso particular de Cristina Rosa, con dos años en el centro, dijo tener un hijo, graduado en Estados Unidos de ingeniero agrónomo.
Aunque vive aquí, está casado y tiene tres hijos; ella no estaba por darle tormento a nadie ni está en condiciones de ser cabeza de familia, de ahí que prefirió formar parte de ese conglomerado.
Allí dijo encontrar aliento, un grupo de oraciones y está en un compartir permanente, además tiene quien la cuide.
“Nos dieron regalos”
Al igual que ella, Purita Grullón, quien no tuvo hijos, desde pequeña fue muy enfermiza y tiene diez años allí, dijo que se sintió feliz.
“Cantamos el himno nacional, escuchamos la misa y nos dieron regalos”, dijo son satisfacción.
A diferencia de estas, Eliza Diaz Mejía bailaba y cantaba apoyada en un andador y sin que le pidieran explicación dijo con emoción: “Me regalaron una bata linda”, y luego recordó con tristeza que perdió a su hija y hermana en un accidente, quedando sola con problemas de salud y fue a parar allí. Nueva vez reaccionó y retomó con los reporteros de EL DÍA la alegría de vivir a sus 69 años de edad.
Celebraciones familaires
Otras madres tuvieron la oportunidad de compartir con hijos y esposos en el seno de su hogar, como Humberlina de Pichardo, quien dijo que había salido desde Villa Mella en busca de algunos artículos que le hacían falta.
Hubo otras que les tocó la suerte de disfrutar en paseos y almuerzos en lugares comida rápida y restaurantes, mientras muchas otras todavía compraban regalos en distintos centros comerciales para llevarles a sus madres y abuelas, a las que tenían pendiente visitar.
Otras trabajaron el día
Muchas madres en cambio, solteras y de precarias condiciones económicas, en vez de compartir con sus hijos o ir a disfrutar de un paseo, tuvieron que trabajar en la calle para agenciarse el sustento de sus hijos, al tiempo de hacer felices a otras.
Algunas como Fiordaliza Hilario, en Cristo Rey, aprovecharon la ocasión para vender souvenires acorde con la fecha, como son accesorios personales y otros para la casa.
Por igual ocurrió con otras que se dedicaban a vender rosas, peluches y otras bisuterías aprovechando el chance y por entender que eso era lo que estaba en boga.
“La situación no está buena y no me puedo dar el lujo solo de esperar que mis hijos me den algo, no tengo esposo y hay que buscársela”, dijo Josefina Mendoza en la Ortega y Gasset. Muchos conductores aprovechaban esas opciones.
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