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 Desde mi escritorio

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Caso donde la educación brilla por su ausencia
Ayer, antes de llegar a recoger mis hijos al colegio, observé con detenimiento a un ciudadano dominicano.
Él hizo gala de su “mala educación” al detenerse medio a medio en la calle para tirar, como un misil, la basura que tenía en su vehículo.
Para desgracia de él, su puntería no era exacta, ya que, como mal basquetbolista, no encestó en el safacón escogido para tal misión.
Luego de esta acción muy poco cívica y después de crear un pequeño tapón, siguió como si nada. Claro, esto es normal para el común de los dominicanos, no en vano vivimos rodeados de desperdicios.
En esos momentos pasaron por mi cabeza muchos improperios para expresárselos al señor que dio gala de una rotunda inconsciencia y un ejemplo que nos muestra exactamente dónde y en quién la educación brilla por su ausencia.
Con este tipo de acción, programas de recogida de basura y hasta propuestas que pueden hacer una realidad el reciclaje para nuestro país peligran en su ejecución.
La pregunta es: ¿cuándo empezaremos a formar parte del cambio, a no escudarnos en un pasado que nos estigmatiza como “gente sin cultura ni educación y por demás sucia”, por tirar todo a la calle?
Debemos prestar atención en las aulas escolares para que nuestros niños y los jóvenes reciban la educación necesaria para lograr un país limpio.
Es lamentable decirlo, pero muchos adultos no tienen remedio con la basura, pero no hay peor lucha que la que no se hace.
¿Qué podemos hacer? Lo primero, si encuentra a alguien tirando la basura a la calle, simplemente dígale lo “mugroso” que es, si no puede por cuestiones de seguridad -hay cada energúmeno en la calle- siga multiplicando este mensaje. No permitamos que la basura nos arrope.

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