ISLA DEL GIGLIO.-Los socorristas descubrieron el martes otros cinco cuerpos a bordo del crucero «Costa Concordia» naufragado el viernes frente a la isla italiana del Giglio, gracias a un sofisticado sistema de cargas explosivas que permite acelerar la búsqueda de los desaparecidos.
Buzos especializados buscan a 29 personas desaparecidas, una cifra que aumentó en las últimas horas, mientras el número de cuerpos hallados asciende a 11 y el de heridos a 60.
Los nuevos cuerpos fueron hallados en la proa del barco semihundido, y se trata de cuatro hombres y una mujer de entre 50 y 60 años, precisó Filippo Marini, portavoz de la Guardia Costera. No se especificó la nacionalidad, ni si se trataba de pasajeros, miembros de la tripulación o desaparecidos.
Entre los desaparecidos, incluidos pasajeros y tripulantes, hay 12 alemanes, 6 italianos, 4 franceses, 2 estadounidenses, un húngaro, una peruana y un indio.
La cifra de alemanes descendió de 14 a 12, según el ministerio de Relaciones Exteriores alemán, que tardó en divulgar cifras oficiales, lo que demuestra la dificultad de las operaciones de rescate y de conteo de sobrevivientes.
Según el prefecto de Grosseto, Giuseppe Linardi, el número de desaparecidos podría bajar ulteriormente debido a que algunos pasajeros abandonaron la isla sin informar de ello a las autoridades.
Hay poca esperanza de hallar sobrevivientes, según los expertos, porque la temperatura del agua es muy baja incluso en las zonas sumergidas del barco donde podrían haberse formado burbujas de agua.
Los buzos, acostumbrados a bucear en espacios pequeños y en la oscuridad, decidieron utilizar microcargas explosivas para acceder a los pasillos, camarotes, salones y teatros del enorme crucero.
«Eso nos permitirá llegar más rápidamente», comentó el comandante Filippo Marini, portavoz de la Guardia Costera.
Mientras el crucero semihundido yace frente a la isla, la situación del comandante de la nave, Francesco Schettino, un napolitano de 52 años, es apabullante.
Detenido en una cárcel de Grosseto, acusado de homicidio involuntario, detestado por buena parte del personal de servicio, Schettino abandonó el barco antes de que se completara la evacuación y se negó a coordinar las operaciones de rescate, según las grabaciones de las conversaciones con la Guardia Costera divulgadas por la prensa.
«Capitán, es una orden, yo mando ahora, usted debe ir a la proa de nuevo y coordinar la ayuda a bordo», le dijo un oficial de la capitanía a Schettino, según la transcripción difundida.
«Vuelva inmediatamente a bordo, suba por la escalera de seguridad y coordine la evacuación. Debe decirnos cuánta gente hay todavía allí: niños, mujeres, pasajeros, el número exacto de cada categoría», le reclamaron.
La impresionante grabación revela que el capitán no sólo se negó a regresar al lujoso barco, sino que evitó también retomar el mando cuando le informaron de que ya había cadáveres.
El abogado del capitán, Bruno Leporatti, que lo visitó el lunes, dijo que estaba «abrumado por la pérdida de vidas y muy preocupado por lo ocurrido», aunque estimó que la noche del naufragio «tuvo la lucidez necesaria» para que el barco encallase cerca de la costa, «salvando de este modo la vida de muchas personas».
El lunes la compañía Costa Crociere comunicó que el naufragio se debió a un «error humano» del capitán, que se desvió de la ruta habitual acercándose a unos 150 metros de la costa de la pequeña isla toscana.
Más de 70 personas presentaron una denuncia colectiva contra la compañía a través de la asociación italiana de defensa del consumidor, Codacons, que invitó a otros pasajeros a adherirse al pedido de indemnización.
Es posible que se multipliquen las denuncias provenientes de otros países, ya que la nave transportaba a 4.229 personas de unas 60 nacionalidades.
La gigantesca nave está bajo vigilancia permanente ante el temor de que se viertan las 2.300 toneladas de combustible que cargaba en su seno.
El ministro italiano de Medio Ambiente, Corrado Clini, teme un desastre ecológico y una «marea negra» en el mayor parque marino del Mediterráneo.
Por el contrario el comandante Marini asegura que «por el momento» no se teme una marea negra.
La empresa holandesa Smit Salvage está encargada de extraer el carburante, una operación delicada que durará entre dos a tres semanas, ya que los depósitos se podrían quebrar.
No se excluye que el gobierno declare el estado de catástrofe natural en la zona para movilizar fondos especiales para hacer frente a la emergencia.