“Desarrollo e Institucionalidad”

“Desarrollo e Institucionalidad”

“Desarrollo e Institucionalidad”

Carlos Salcedo.

El transporte de pasajeros y carga es vital para nuestro desarrollo. Vivimos en ciudades congestionadas y altamente contaminadas por la cantidad de vehículos circulando.

Las quejas por el control de la carga en manos de “sindicatos” del transporte vienen de décadas. Esto porque tenemos un sistema de transporte obsoleto, ineficiente, de mala calidad y oligopólico.

El desarrollo de ciudades como Santo Domingo convierten al sistema de transporte público en una necesidad básica para los ciudadanos y el empresariado y en un gran reto para el Estado.

Las políticas públicas deben generar un transporte urbano, rural, interurbano y de carga sostenible, eficiente, moderno y competitivo.

Organizar el transporte requerirá de una gran inversión de recursos y con ello una alianza público-privada, creando una competencia de mercado en el sector, asegurando una pluralidad de operadores y garantizando calidad, eficiencia, estabilidad en los precios y sostenibilidad de los medios de transporte.

El plan integral desarrollado debe incluir los operadores, la reorganización de calles, avenidas y carreteras, incluyendo vías express y equipos de auxilio, la implementación de sistemas veloces de movilidad entre ciudades, como los trenes. Además la creación de un único órgano que regule, controle y fiscalice los precios y la calidad del servicio.

Se impone la licitación pública para incentivar la libre competencia dentro del sector. Se deben ofrecer a los operadores elegidos mercados y no solo rutas, pues de esta manera, utilizando una economía de escala, garantizamos servicios óptimos en todas las rutas y no solo en aquellas más atractivas y rentables.

La creación de una competencia evitará que las empresas compitan solamente por las rutas más utilizadas, dejando a un lado las de poco o difícil tránsito y ofreciendo servicios de mala calidad y con altos precios en estas últimas.

Debemos tener medios de transporte públicos, colectivos con capacidad para transportar cantidades considerables de pasajeros y una multiplicidad de empresarios del transporte de carga que puedan cumplir con los estándares de calidad, precio, sostenibilidad medio ambiental, preservándose la libertad de empresas y la libre competencia.

Le toca al Estado tomar las decisiones, tan esperadas como necesarias, para que el caos, la sangre y el fuego no continúen imponiéndose a las necesidades ciudadanas.



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