El próximo Gobierno tiene un gran dilema: ¿Qué hacer con el próximo año escolar? La respuesta no resulta fácil ni tampoco se puede tomar a la ligera.

Vista la situación del Covid-19, que cada día se complica más, parece que la docencia presencial es una opción de muchos riesgos en términos sanitarios.

Un año escolar virtual, con los problemas de conectividad al internet en muchas zonas del país y la carencia de dispositivos electrónicos en las poblaciones más carenciadas, podría estar contribuyendo a ampliar la brecha entre los alumnos en función de la capacidad económica de cada familia.

Cualquier solución basada en el uso de la tecnología debe contar con la colaboración de las empresas de telecomunicaciones para garantizar que todas las regiones del país, en especial las urbanas, tengan acceso a un internet de calidad.

Pero también implicaría para el Gobierno una gran inversión en tablets, computadoras, internet y entrenamiento magisterial, además de garantizar los libros y otros útiles que soportan el proceso educativo.

El Covid-19 y el inicio del año escolar son dos grandes retos que tiene el Gobierno, en especial las autoridades que inician el 16 de agosto, con el agravante de que lo deberán enfrentar en medio de una profunda crisis económica.

Abundar sobre la situación del Covid-19 y su impacto negativo en la salud de la gente sería llover sobre mojado.

No hay dudas del gran desafío que representa el tema sanitario.
Visto ese panorama, no hay dudas de que enfrentar la pandemia y sacar a flote el año escolar son dos compromisos de todos los actores sociales, no sólo de las autoridades.