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Defender la UASD es defender el futuro

  • “La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo.” Paulo Freire

Stalin Martínez, ingeniero civil, activista social y político
Stalin Martínez, ingeniero civil, activista social y político. Fuente externa

Por: Stalin Martínez

La defensa de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) no es solo un asunto académico ni una consigna gremial. Es, ante todo, una causa profundamente política, social y humana.

Defender la UASD es defender el derecho de miles de jóvenes a imaginar un futuro distinto, a pensar críticamente, a crear sin cadenas y a transformar la realidad que los rodea. En tiempos en que lo público es sistemáticamente atacado y el conocimiento se pretende convertir en mercancía, resguardar a la UASD es resistir contra la desigualdad, la exclusión y la imposición del silencio.

Desde sus raíces cordobesas hasta las luchas del Movimiento Renovador, la UASD ha sido un espacio de libertad, pensamiento crítico y compromiso con el pueblo dominicano. Hoy, esa universidad está en la mira de quienes no creen en la educación como un derecho, sino como un privilegio. Este artículo es una voz más que se suma a una verdad urgente: la UASD no se vende, se defiende. Y al hacerlo, defendemos el futuro de todos.

La defensa de la universidad pública no es solo una causa académica; es una batalla por el futuro, por la igualdad y por el derecho de todos a pensar, crear y transformar.

La historia de la universidad pública latinoamericana está marcada por la resistencia y la transformación. En 1918, los estudiantes de la Universidad de Córdoba, en Argentina, lanzaron un grito que todavía resuena: el Manifiesto Liminar, un documento fundacional que exigía la autonomía universitaria, el cogobierno, la libertad de cátedra y una universidad comprometida con el pueblo.

Ese espíritu de rebelión y emancipación cruzó las fronteras del continente y llegó a la República Dominicana, donde se concretó en el Movimiento Renovador de la UASD en 1966, tras la Revolución de Abril. Fue entonces cuando nuestra universidad se convirtió, de forma decidida, en un proyecto de país, al servicio de las grandes mayorías, especialmente de los sectores históricamente excluidos.

Desde entonces, la UASD no ha sido solo una institución académica: ha sido un espacio de pensamiento crítico, lucha social y formación de conciencia nacional.

Hoy, los avances de las ideas conservadoras y neoliberales buscan revertir todo lo que se ha logrado. Bajo el disfraz de la “eficiencia” o la “modernización”, sectores políticos y empresariales promueven la privatización de la educación pública, recortan presupuestos, desacreditan el pensamiento crítico e intentan convertir las universidades en empresas que respondan a intereses de mercado y no a necesidades sociales.

La UASD no escapa a esta ofensiva. La falta de financiamiento adecuado, las campañas mediáticas que la presentan como un “problema” y los intentos de reducir su capacidad de acción forman parte de una estrategia más amplia: debilitar lo público para justificar su desmantelamiento.

Este proceso no es inocente ni técnico; es profundamente ideológico. Quieren una universidad despolitizada, desconectada del pueblo y convertida en una fábrica de profesionales obedientes, no de ciudadanos críticos.

La UASD debe defenderse porque es la única universidad pública nacional, presente en múltiples provincias, accesible para miles de estudiantes que no podrían pagar una institución privada; porque forma profesionales comprometidos con el desarrollo social, no solo con el lucro; porque ha sido y sigue siendo un faro de pensamiento libre, debate plural y compromiso democrático. Porque sin la UASD, miles quedarían fuera del derecho a estudiar.

La UASD es también memoria viva de la resistencia antitrujillista, de las luchas del 1965, de la Renovación del 66 y del movimiento estudiantil dominicano. Su historia está escrita con sangre, ideas y esperanza.

Defender la UASD es defender el derecho de todos y todas a pensar, a crear, a cuestionar y a transformar la realidad. Es defender la idea de que el conocimiento no debe ser un privilegio, sino un bien común. Es resistir ante quienes quieren un país de silencios, obediencia e ignorancia funcional.

Hoy, más que nunca, es deber de estudiantes, docentes, egresados y de toda la sociedad civil defender la universidad pública. No como un museo del pasado, sino como una herramienta viva para construir un futuro más justo, más digno y más nuestro.

Porque sin universidad pública no hay democracia real.
Porque sin pensamiento crítico no hay libertad verdadera.
Porque sin la UASD, el pueblo pierde una de sus más valiosas conquistas.

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