Salcedo.- Eran las seis de la mañana y apenas empezaban a salir los primeros rayos de sol que cubrirían las empinadas montañas de la comunidad de Las Tres Cruces, en Jamao Arriba, Salcedo, provincia Hermanas Mirabal.
Nazarena Rodríguez ya estaba despierta y lista para trabajar. Se dirigía a la finca para buscar un burro y luego iría al río, viajando cuesta arriba, a más de dos kilómetros de distancia de su casa, para recolectar agua antes de que el sol terminara de despertar las montañas.
Rodríguez, conocida como Charo, llevaba décadas en esta dinámica, dedicando gran parte de su tiempo a transportar el preciado líquido en burros hasta su hogar.
Ella no era la única. Ana Digna de la Cruz Jiménez también lo hacía. Comentaba que a veces pasaba todo el día cargando agua. Tenía que llenar los envases para todas las tareas del hogar, incluyendo lavar la ropa para sus cuatro hijas.
La misma historia se repetía en los más de 90 hogares de la comunidad de Tres Cruces, hasta que aproximadamente tres años comenzaron a escribir un nuevo destino. La comunidad se organizó y empoderó a través del acompañamiento del Programa de Pequeños Subsidios del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (PPS-SGP/FMAM/PNUD) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y con el apoyo de Guakía Ambiente, para iniciar el Proyecto de Construcción de un Sistema de Abastecimiento de Agua Potable.
Las voluntades se fueron sumando hasta que recibieron fondos del Gobierno de Japón. Con estos recursos y el acompañamiento técnico, la comunidad se puso manos a la obra.
«Yo era una de las que iba allá al agua, a cocinar y a ayudar a hacer la zanja, lo hacía todo y ayudaba a hacer las excavaciones con un pico y una pala», dice Ana con orgullo, recordando cómo tuvieron que luchar contra sol y lluvia para poder instalar todas las tuberías que llevarían agua hasta sus casas.
Con el esfuerzo de toda la comunidad, pudieron instalar un sistema de tuberías que aprovecha las aguas de un manantial tributario del arroyo Cañada Clara. Este sistema consta de una bomba sumergible de 10 caballos de potencia, con una capacidad de bombeo de 33 galones por minuto, la cual eleva el agua hasta los tanques que están a 250 metros de altura desde la fuente; para lo cual se utiliza como fuente de energía una planta solar fotovoltaica de 18.5 kW de potencia.
«La primera vez que llegó el agua a la casa, cuando abrí esa llave, me puse feliz. No sabía qué hacer, me dio una alegría enorme. Por fin los burros pueden descansar», exclama Charo y suelta una carcajada que refleja la emoción.
Además de las casas, los negocios, e incluso la iglesia de la zona, ahora cuentan con agua en sus tuberías. El costo total del proyecto ascendió a 146,000 dólares, aportados por el Gobierno de Japón en el marco del Programa de Asistencia Económica No Reembolsable para Proyectos Comunitarios de Seguridad Humana de la Embajada de Japón, así como por el Programa de Pequeños Subsidios del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (PPS-SGP/FMAM/PNUD) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Guakía
Ambiente y la comunidad de Tres Cruces.
«Para mí ha sido una experiencia muy buena. Ahora me siento contenta porque ya no tengo que ir al río, tengo mi lavadora aquí y tengo agua, todo es más cómodo», dice Ana.
Este proyecto forma parte de las más de 500 iniciativas comunitarias fomentadas por PPS-SGP/FMAM/PNUD para impulsar el desarrollo sostenible e inclusivo en las últimas dos décadas en el país, y que apuestan por «Soluciones Locales de Impacto Global».
La alegría de la comunidad se resume en la frase de Charo: «Ahora tenemos la comodidad de tener agua en casa». Una comodidad que se traduce en una mejor calidad de vida para todos y todas.