SANTO DOMINGO.- El economista Andrés Dauhajre hijo instó a todos los sectores empresariales y organizaciones sindicales a unirse “para evitar que el fantasma del populismo que se pasea por los pasillos del Congreso y las oficinas de candidatos deseosos de subir en las preferencias, destruya el sistema mandatorio de pensiones basado en la capitalización individual”.
Al hacer su advertencia, dice que “si un populista, que aspira a una diputación o a la Presidencia, propone que se devuelva a los trabajadores una parte de los fondos acumulados en su cuenta de pensiones con el objetivo de atraerse votos, infla su pose populista mientras desinfla su imagen de estadista”.
Afirmó que la reforma de pensiones ejecutada 2001 por la administración de Hipólito Mejía y defendida por Danilo Medina “es la más trascendente reforma estructural que ha realizado la República Dominicana en las últimas tres décadas, luego de la apertura comercial que ejecutó Balaguer en 1990”.
En un amplio documento titulado “frases y mentiras populistas en tiempos de campaña”, Dauhajre desmonta con detalles y señalamientos precisos, una serie de argumentos expuestos por quienes abogan por la entrega del 30 por ciento de los fondos de la AFPs a los trabajadores suspendidos durante la crisis del Covid-19.
El economista se pregunta por qué los sistemas de pensiones son mandatorios en el sentido de que los trabajadores y las empresas están obligadas a cotizar y a seguidas responde por lo que define como “la miopía intertemporal que exhiben generalmente las personas”.
Abundante sobre ese punto, señala que “ante la incertidumbre, los individuos tienden a minimizar bruscamente la importancia del futuro cuando toman decisiones”, un fenómeno que se conoce en la literatura económica como el “descuento hiperbólico”.
Por esa razón, precisa, no ahorran voluntariamente y tienen una preferencia marcada por el consumo presente, mientras los sistemas de pensiones “con pilares mandatorios, al obligarlos a cotizar, buscan protegerlos contra esta imprevisión, ofreciéndoles un ingreso para evitar la pobreza en la vejez y reducir la probabilidad de que se conviertan en una carga para las finanzas públicas cuando llegue el retiro”.
El economista señala, asimismo, que esa obligación mandatoria evita también lo que se llama “el problema del polizón o free rider en el ámbito de pensiones optar por no cotizar, si el sistema es voluntario, pues apuesta que el Estado, al final de cuentas, le dará una pensión”.
“En ausencia de la obligatoriedad del ahorro, el Estado tendría que cargar con el muerto de pagar pensiones sin tener un fondo de recursos de donde girar”, dice en otra parte de un análisis en que niega que sean reducidas, en base a sus aportes y a los beneficios que obtengan sus ahorros, las pensiones que obtendrían los trabajadores al final de su vida productiva.
En ese sentido, afirma que “hasta el Papa Francisco consideraría como dignas pensiones que oscilen entre el 46.4% y el 67.2% del último salario si se le explica que el trabajador y la empresa sólo aportan 7.97% del salario mensual, muy por debajo del 33% que se aporta en la Italia que rodea al Estado Vaticano”.