Daños nuestros de estos tiempos

Daños nuestros de estos tiempos

Daños nuestros de estos tiempos

Antes, cuando el país era menos urbano y la producción mayoritariamente orientada a rubros agrícolas tradicionales, los daños derivados de las temporadas de lluvia se reflejaban directamente en los productores agropecuarios.
Los afectaba un temporal, pero de alguna manera también se beneficiaban.

En aquellos tiempos el anecdotario recogía expresiones como aquella atribuida al entonces habitual presidente Joaquín Balaguer, de que las lluvias pagaban sus daños.

O la otra, que tal vez es suya también de tanto como se insistía en atribuírsela, de que los temporales eran su mejor secretario de Agricultura.

Cuando llovía mucho, particularmente en mayo o el lapso de cinco meses de la temporada ciclónica, la prensa y la opinión pública en sentido general, tendían a buscar información sobre los daños en instituciones vinculadas al sector agropecuario, principalmente en Agricultura, pero no sólo allí, sino también en el Instituto Agrario Dominicano o el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos.

En el Distrito Nacional, después de una hora de lluvia, era común ver a los reporteros y los fotógrafos camino de un área de Cristo Rey denominada entonces Hoyo de Chulín a la caza de una buena foto para la portada del día siguiente en los periódicos y una crónica para las páginas de asuntos urbanos.

En la sociedad urbanizada de estos tiempos los daños en las plantaciones parecen pequeños frente al fuerte impacto humano en tantos vulnerables.

Desde luego, no sólo se trata de los efectos de las aguas en las viviendas, o en sus personas; también otras propiedades, como los vehículos de motor, de una presencia abrumadora en las ciudades, cargan con sus efectos inmovilizados por el tapón.

O en obras de interés público como calles, carreteras y puentes, de una gran importancia en estos tiempos para la movilidad.

En estos días que vivimos, en los que las lluvias no pagan sus daños, de alternancia de temperaturas sofocantes y aguaceros torrenciales, haría bien la población en estar atenta a los organismos de emergencias y a los reportes meteorológicos.