La aspiración compartida por muchos de los que actuamos en las esferas de la sociedad civil y política es la de que nuestro país se convierta, alguna vez, en una tierra de oportunidades, en la que las personas tengan opciones y aspiraciones, que sumadas a sus valores éticos y al empeño que pongan en trabajar para ello, les permitan alcanzar tanto el progreso material como el espiritual.
En resumen: ¡un lugar donde las personas puedan!
Los que desde muy jóvenes hemos trabajado con movimientos sociales y/o detentado responsabilidades públicas manteniendo viva la llama del compromiso social nos vemos compelidos hoy a asumir un compromiso político concreto, a través del cual podamos compartir la responsabilidad por la ejecución de los trascendentes y urgentes cambios que requiere nuestra sociedad.
Es también, momento de transformar y reinventar la forma de hacer política en nuestro país.
La política de verdad, la que necesita la República Dominicana, requiere valor, coherencia, vocación de transformación, compromiso con el futuro. Sólo así podrá resistirse el influjo de hacer la pequeña política, la del oportunismo, la de los intereses personales.
Este es un momento de construir poco a poco, pero con mucha intención e intensidad: un trabajo de todos.
Estoy convencido de la urgencia, para este colectivo que formamos los dominicanos, de implantar y desarrollar liderazgos que faciliten esa nueva forma de hacer política a la que me refiero. Construir liderazgos que nos permitan ese sueño de país al que muchos aspiramos, pero de cuya realización y posibilidades tantos dudan.
Esos liderazgos no se construirán sin las personas y sin la política.
Esta es la razón por la que asumo públicamente la responsabilidad de convocar a mi generación a trabajar con Danilo Medina. Porque creo que da respuesta a muchas de nuestras interrogantes.