La oportunidad de colocar la carne de res dominicana en el mercado de los Estados Unidos de América es apenas eso, una oportunidad.

En medio de la justificada alegría del festejo de los criadores nacionales hay que poner un gran cartel con las razones por las que habíamos perdido una plaza de innegable importancia.

De esta manera, con la vista puesta en las causas para evitar una nueva exclusión, la oportunidad de colocar un artículo hasta ahora excluido en un gran mercado sería la vía para criar más, mejorar los procedimientos y generar divisas, hechos sin duda llamados a revitalizar uno de los sectores más tradicionales de la economía dominicana.

Lo dicho más arriba no está escrito con espíritu de aguafiestas. Lo hacemos porque entendemos que es una buena nueva a la que hay que cuidar desde el principio.

Y este cuidado no debe de representar una gran complicación si tenemos en cuenta que el de la ganadería es uno de los sectores más y mejor organizados de la agropecuaria nacional, una característica que puede ser útil si han de establecerse técnicas y procedimientos generales aplicables al ganado criado para la exportación.

Las divisas que han de originarse en este mercado que se abre para la carne de res dominicana, son un buen incentivo. Un sector las necesita y también la economía. Pero el dinero no lo es todo en la vida y entre las oportunidades que se les abren a los criadores está la del prestigio, el cual se ganaría con algo que parece una simpleza: acceder a un mercado difícil, y conservarlo.
He ahí la cuestión.