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Confiar y esperar

En cada ocasión en que la crisis de gobierno y control territorial parece agudizarse en Haití, la respuesta desde el Gobierno dominicano es de calmada seguridad de que por lo menos esa parte del derrumbe al otro lado de la frontera no nos tocará.

Ahora, con el anuncio de uno de los líderes de banda, tal vez el más beligerante, no ha sido distinto.
Durante un acto público en el que estuvo ayer, la prensa quiso conocer la explicación del ministro de Defensa, Carlos Fernández Onofre, acerca de la utilización de aeronaves en la región fronteriza.

Nada extraordinario en el plano militar, según el alto funcionario. Las operaciones realizadas por aire y tierra, de acuerdo con su respuesta, eran rutinarias hasta ayer e insistió en las garantías para el desarrollo de las actividades habituales en las provincias fronterizas.

Declaró, sin embargo, que algunas actividades comerciales fueron realizadas con cierta limitación, lo mismo que el funcionamiento de algunos centros de estudios.

En la víspera se había producido la invitación a los haitianos, del líder pandillero Jimmy Chérizier —Barbecue—, a mantenerse en sus casas ante la inminencia de ataques de sus grupos a la Policía, un hecho que hasta ayer no había tenido lugar.

La realidad es que las partes parecen haber entrado en una fase de alta beligerancia, y a pesar de que hasta ahora las escaramuzas han tenido lugar lejos del territorio dominicano, sus efectos nunca nos han sido completamente ajenos.

Una agudización del conflicto es un elemento multiplicador de la inseguridad en una población que al alejarse de las zonas calientes busca la frontera como el náufrago la orilla.

La seguridad que a lo largo de la crisis ha mantenido el Gobierno dominicano de que el elemento perturbador de la vida pública y privada en Haití se mantendrá en sus límites hasta ahora se ha cumplido y esperamos que seguirá siendo de esa manera.

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