Por: Eulogia Núñez
En la República Dominicana, el derecho a una educación de calidad se enfrenta a numerosos obstáculos que impiden su plena realización.
La situación es alarmante y afecta directamente a los niños y jóvenes, quienes son el futuro del país.
Las aulas sobrepobladas, la falta de ventilación, la inclusión forzosa, la ausencia de asistentes para los maestros, la falta de compromiso de los padres y los conflictos entre docentes y familias conforman un escenario desolador que exige atención inmediata.
Una de las problemáticas más evidentes es la sobrepoblación en las aulas.
Las escuelas, especialmente en las zonas urbanas y periurbanas, enfrentan un número de estudiantes que excede su capacidad.
Es común encontrar aulas con más de 40 estudiantes, cuando lo ideal sería un máximo de 25 para garantizar una atención adecuada.
Esta situación no solo dificulta el proceso de enseñanza, sino que también afecta la calidad del aprendizaje.
Los maestros se ven abrumados y no pueden dedicar el tiempo necesario a cada estudiante, lo que resulta en un bajo rendimiento académico y desmotivación.
A esto le agregamos la falta de ventilación en las aulas, que provoca incomodidad y violencia e incentiva la mala conducta entre estudiantes, especialmente cuando tenemos implementadas las tandas extendidas.
En un país con un clima tropical como la República Dominicana, las altas temperaturas y la humedad pueden convertir las aulas en espacios insoportables.
La ausencia de ventilación también pone en riesgo la salud de estudiantes y docentes. Las enfermedades respiratorias se vuelven más comunes y el ambiente de aprendizaje se ve seriamente comprometido.
Aunque la inclusión en la educación es fundamental, en muchas ocasiones se lleva a cabo sin los recursos adecuados.
La inclusión forzosa, sin una planificación y apoyo necesarios, se convierte en una carga tanto para los estudiantes con necesidades especiales como para los docentes que no están capacitados para atender estas demandas.
Esto crea un ambiente de frustración y desigualdad, donde ni los estudiantes incluidos ni sus compañeros reciben la educación que merecen.
La ausencia de asistentes en las aulas agrava la situación. Los maestros se ven obligados a manejar grandes grupos de estudiantes sin ayuda, lo que aumenta su carga laboral y estrés.
Esta falta de apoyo limita la capacidad de los docentes para innovar en sus métodos de enseñanza y atender a cada estudiante de manera adecuada. La sobrecarga de trabajo también impacta negativamente en su bienestar emocional y físico.
El compromiso de los padres es crucial para el éxito académico de los niños. Sin embargo, muchos padres en la República Dominicana no se involucran lo suficiente en la educación de sus hijos.
Las razones son variadas: desde largas jornadas laborales hasta la falta de comprensión sobre la importancia de su rol. Esta desatención refuerza los problemas que los estudiantes enfrentan en la escuela, ya que no reciben el apoyo necesario en el hogar para reforzar lo aprendido.
Los conflictos entre docentes y padres son cada vez más frecuentes. La falta de comunicación y comprensión mutua genera tensiones que afectan el ambiente escolar.
Los padres, a menudo, no entienden las dificultades que enfrentan los maestros y los acusan de incompetencia, mientras que los maestros sienten que los padres no cumplen con su parte en la educación de sus hijos. Esta dinámica crea un ambiente de desconfianza y resentimiento que perjudica a los estudiantes.
Un llamado a la acción
La situación de la educación en la República Dominicana es un llamado urgente a la acción. Es necesario que el gobierno, las instituciones educativas, los maestros, los padres y la sociedad en general trabajen juntos para mejorar las condiciones en las escuelas.
La construcción de más aulas, la mejora de la infraestructura escolar, la capacitación de maestros, la contratación de asistentes y el fomento del compromiso de los padres son pasos esenciales para transformar el panorama educativo.
La educación es la base del desarrollo de una nación. No podemos permitir que nuestros niños y jóvenes crezcan en un sistema educativo precario.
Es hora de tomar medidas concretas para garantizar que cada estudiante de nuestro país tenga acceso a una educación de calidad, en un ambiente seguro y propicio para el aprendizaje. Solo así podremos construir un futuro mejor para todos.
Eulogia Núñez:
CEO del Centro Educativo Ms Núñez
Certificada por John Maxwell como coach y conferencista.