Santo Domingo.-Muchas personas adoptan diferentes creencias, hábitos, costumbres y ritos a lo largo de su vida y el 31 de diciembre no escapa a la naturaleza humana.
Cada país tiene su forma particular de decir adiós al año viejo.
Para los japoneses las fiestas de fin de año duran 15 días, en los que escuchan 108 campanadas equivalentes a los valores negativos que acarreamos los humanos y que con las campanadas se olvidan.
Mientras que en España es costumbre salir a la plaza mayor de la localidad y comerse las tradicionales 12 uvas de la suerte al son de las campanadas de medianoche, mientras se pide un deseo.
En el caso de los argentinos crean el mejor muñeco y lo queman y con él todo lo malo del año que termina.
En Brasil el mar juega un papel muy importante: el cielo de las playas brasileñas se ilumina con los fuegos artificiales y las filhas do santo (sacerdotisas africanas) encienden velas y lanzan al mar pequeños barcos llenos de flores y regalos para ver si las olas se los llevan, lo que es un buen presagio.
Aunque hay algunas variaciones según el país, todos están de acuerdo en lo del jolgorio, el baile, la fiesta, los fuegos de artificio y el brindar con cava o champán.
No obstante, cada país parece tener sus propios ritos de la suerte: uvas, lentejas, quema de muñecos y muchos besos, abrazos, ropa nueva y campanadas. La intención es atraer la buena suerte los próximos 365 días.