SANTO DOMINGO.-Los pacientes que han pasado por el quirófano para moldear su figura, específicamente los de cirugía bariátrica, deben hacer cambios en su estilo de vida, iniciando con una alimentación balanceada, para que el procedimiento sea exitoso en el tiempo con la pérdida de peso deseada.
La clave está en una alimentación balanceada, conservando el consumo tanto de proteína de alto valor biológico. De acuerdo a la nutricionista clínica Cristina Ruiz, el tratamiento nutricional preoperatorio de estos pacientes tiene la finalidad de reducir el hígado graso, como también la grasa abdominal, para así disminuir el tiempo operatorio y las complicaciones quirúrgicas y conseguir una mayor pérdida de peso posoperatoria.
Refiere que la dieta posoperatoria de la obesidad está diseñada para perder peso de manera significativa, incluye alimentos ricos en proteínas, bajos en grasas, fibra y azúcares, pero también para aprender nuevos hábitos alimenticios que contribuyan a mantener esta pérdida de peso.
Las vitaminas y minerales se proporcionan en forma de suplementos.
Las complicaciones
La especialista explica que las anormalidades nutricionales son las complicaciones más comunes de la cirugía bariátrica y pueden ser de macronutrientes o de micronutrientes, indicando: “Muchos de los pacientes presentan deficiencias nutricionales preoperatorias, las cuales se ven exacerbadas por el procedimiento quirúrgico y la rápida pérdida de peso a la que se ven sometidos debido a la disminución de la ingesta y la mala absorción secundarias a la cirugía bariátrica.
La necesidad de su suplementación dependerá del tipo de técnica empleada, de la alimentación del paciente, de sus características clínicas, edad y de la coexistencia de patología que pueda favorecer la aparición de determinadas deficiencias”.
Dijo que la cantidad de comida que deben comer dependerá de su peso, ya que en las cirugías con un componente restrictivo gástrico, al inicio la capacidad está restringida a volúmenes muy pequeños de 30-50 ml, debido al tamaño del reservorio a cada 30 minutos; luego la capacidad aumenta hasta 150-200 ml (según pacientes), por lo que a largo plazo la medida casera de “una taza” suele ser el equivalente que el paciente debe utilizar a la hora de consumir los alimentos, distribuidos entre las tres comidas principales y dos meriendas.
La galena expresó que estas limitaciones no suelen ser necesarias en aquellos pacientes que han sido intervenidos de derivaciones biliopancreáticas (DBP) y donde la capacidad de reservorio gástrico no está prácticamente mermada.
Dijo que el paciente puede comenzar a ingerir mayores cantidades prácticamente desde el inicio de la cirugía, sin que ello sea indicativo de una permisividad absoluta en la selección de alimentos, sino más bien todo lo contrario, debe aprender a comer de manera saludable.
Adiós azúcares
El paciente con cirugía bariátrica no debe consumir azúcar ni derivados, además, de tener un plan nutricional hipocalórico, bajo en carbohidratos simples, manteniendo el aporte proteico, el de vitaminas y el de minerales en las cantidades diarias requeridas.
Ruiz agrega: “La tolerancia a la inclusión de nuevos alimentos sólidos es individual y las fases de progresión varían entre las personas.
La educación nutricional es muy importante en estos sujetos y no solo para que aprendan las normas generales de cómo aprender a comer, sino que hay que entrenarles en los conceptos más elementales de la alimentación saludable”.
Los alimentos de los bariátricos
Es importante obtener una adecuada ingestión de proteínas tras la cirugía, para asegurar una adecuada cicatrización de las suturas y, a más largo plazo, preservar la masa muscular.
Pueden comer cereales, verduras, legumbres, frutas, carnes: las blancas (aves) son mejor toleradas que las rojas, que son más fibrosas.
Se permiten las bebidas acalóricas (agua, refrescos sin azúcar, infusiones, caldos desgrasados, gelatinas ‘light’).
Los zumos naturales de frutas deben reservarse para las especificaciones de la dieta. También pueden comer pescados blancos, huevos revueltos y duros.
jamón cocido o de pavo y el jamón serrano magro. Leche y aceite de oliva o de semillas y quesos y yogures bajos en grasa.