SANTO DOMINGO.- ¡Colapsada!… Se puede decir que se encuentra la ciudad de Santo Domingo en cuanto a movilidad urbana se refiere.

Los largos taponamientos en las principales avenidas y calles secundarias del Distrito Nacional son interminables, y sobrepasan ya el límite del tiempo estipulado para cualquier conductor llegar a sus lugares de trabajos u otro punto, como también para las personas que se transportan en carros de concho o autobuses públicos.

Anteriormente los “cuellos de botellas” se formaban específicamente en las horas picos, es decir de 7:00 a 8:30 de la mañana, al medio día o al final de la tarde cuando la gente sale de sus actividades labores.

Sin embargo, hoy no hay hora ni días, y peor aún sí ocurre cualquier coalición vehicular, como sucedió en la mañana de este miércoles en el túnel de la 27 de Febrero en dirección Oeste –Este donde hubo un triple choque que ocasionó una hilera interminable.

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Igual o más larga era la fila de vehículos en la dirección contraria de la referida vía, como también sucede en Jhon F. Kennedy, el Malecón, Leopoldo Navarro, avenida Duarte, entre otras vías como el Polígono Central donde el Ayuntamiento del Distrito Nacional inició a finales del pasado año un cambio de patrón de vía que incluía unas 42 vía, para mejorar el fluyo vehicular y los resultados no se han hacen sentir.

Impacto

Esta dinámica, se da justo en momento que Rusia y Ucrania se mantienen en una guerra abierta por el control de reservas de gas natural, y el petróleo se ha disparado por veda de EE.UU. lo que denota la indiferencia de las autoridades a los fines de establecer medidas que eviten el alto consumo de combustible ya que el país no es productor de carburante.

La ciudanía esta al gripo por el alto costo de los combustibles, empero no se toman medidas colaterales para reducir las unidades en las vías, que aligeren el tráfico y al mismo tiempo baje el gasto de combustible que generan los tapones.

Entre los sectores más afectados por caos vehicular son Villa Consuelo y Villa Juana, así como el ensanche La Fe, donde los negocios informales se han adueñado de una gran parte de las vías y aceras para exponer sus mercancías.