La suspensión de las elecciones municipales fue la gota que derramó la copa, llevándonos a un estado de tensión social y crisis política. Estamos a un paso del estallido.

Esta situación, indudablemente creada por los únicos con capacidad para hacer algo así, buscaba desangrar económicamente a la oposición y desilusionar al electorado para aumentar la abstención. Pero el efecto ha resultado lo contrario; haciendo despertar sectores que se mantenían al margen. Juventud protagonizando protestas e iglesias haciendo cadenas de oración por la democracia.

El PLD se ha convertido en el enemigo común del pueblo, provocando niveles de unidad nunca vistos. Pobres y ricos, cristianos y ateos, liberales y conservadores, los de izquierda y los de derecha: todos coinciden en la misma lucha.

Importante que la oposición política sepa que esas manifestaciones, aunque les beneficia directamente, no pretenden un simple cambio de gobierno, sino un cambio de cultura política. No es cambiar a quienes gobiernan, es cambiar la forma de gobernar.

Fruto de esta crisis debe surgir un pacto social y político que democratice nuestra Constitución, para que nunca más un partido logre acumular tanto poder. Desmontar la actual estructura de Consejo Nacional de la Magistratura, independizar el Ministerio Público, establecer el referéndum revocatorio, etc.

Los que pretendemos ir a espacios de toma de decisiones debemos ponernos a la altura de las circunstancias, y estar dispuestos a satisfacer las expectativas y reclamos de la población.

Me siento orgulloso de ver a este pueblo que hoy viste de negro para asistir a la cita con la patria, unido bajo una misma bandera y una misma voz. La victoria es de los que luchan: ¡Triunfaremos!
PDT: Nos vemos en la Plaza de la Bandera.