*Por Hans García
Ante el apresamiento de un grupo de técnicos cinematográficos mientras se encontraban realizando el documental “CANILLITAS” sobre la explotación y el trabajo infantil y que se pretendía someter a la justicia con un expediente carente de verdad, queremos llamar la atención ante este hecho por la connotación y lo que este tipo de acciones puede acarrear en el futuro.
El pasado sábado 6 del corriente mes de marzo, en la localidad de Bávaro los técnicos Edison Bladimil, Carlos Manuel Pérez, Roberto Zapata, Malik Bouabid y Josías Francisco Domínguez, fueron apresados y acusados de trata y abuso de menores, sin que existiera una denuncia o investigación de la fiscalía previa por supuesta violación del código del menor o algún otro tipo de delito que mereciera un apresamiento y posterior sometimiento por alegado o presunto “Trafico de Menor”. Lo que más nos preocupa es el precedente que este hecho puede marcar en la sociedad y en la industria cinematográfica dominicana, donde la ficción en la mayoría de los casos es el alma de nuestras historias.
Señalar a un grupo de jóvenes, publicarlos en la prensa con esa etiqueta con la posibilidad de condenarlos injustamente es un hecho que nosotros como sociedad y como industria no podemos aceptar. Y ante el cual quedarnos callados sería también parte del crimen.
Entendemos que esa producción pudo cometer algún error de procedimiento como la no obtención de un Permiso Único de Rodaje (PUR), que si bien es cierto es obligatorio para filmar en República Dominicana, el no estar provisto del mismo no implica prisión, sino más bien la suspensión del rodaje.
Aceptamos que existe un código de protección del menor, pero hay que reconocer que los niños actores tenían los permisos correspondientes de sus padres con contratos firmados para estar en esa producción y si en el peor de los casos por la naturaleza del trabajo los niños realmente se vieron envueltos en algún tipo de actividad que podría poner en peligro su integridad, es deber de las autoridades investigar al productor del mismo, quien es el responsable directo de la producción y no a un grupo de técnicos que estaban haciendo su trabajo y que de haber algún peligro también ellos corrían riesgos.
Las autoridades dominicanas deben saber que, nuestro cine, en el que todos hemos puesto nuestro aporte, ha logrado posicionarse en el gusto de nuestra gente, ha diversificado sus temáticas, empieza a cruzar fronteras, a ser valorado y respetado en las instancias internacionales. Deben saber también que nuestro país se encamina a ser uno de los principales destinos de filmación no solo del Caribe sino también de Iberoamérica, donde solo en el año 2020 se filmaron unas 66 producciones cinematográficas, 30 de ellas producciones locales, donde se encontraran con escenarios que podrían confundir al que no este familiarizado con los mismos y es deber tomar conciencia para evitar desgracias mayores. Por suerte, la jueza que vio el caso determinó que este era improcedente y absurda la acusación y todo quedó así.
La reflexión más importante de todo esto no es si tenían el Permiso Único de Rodaje o no, es obvio que no se estaban lucrando del trabajo de esos niños en el lugar, pues fueron apresados con equipos de filmación y con documentos del trabajo. Lo peor es el escarnio público sin fundamento, mostrar a un grupo de jóvenes como presuntos tratantes de menores sin ni siquiera ser llevados ante un juez. Peor también es el daño que este tipo de denuncias le pueden hacer a la industria del cine local y sin dudas más grave aún es el silencio culpable de los llamados a levantar la voz para que este tipo de cosas no vuelvan a ocurrir.
No podemos quedarnos callados. Estamos llamados a responder por nuestra industria y los hombres y mujeres que honestamente conformamos esta profesión. Porque no solo a los que vivimos del cine debe dolernos y despertarnos la indignación esta situación, sino a todo ciudadano correcto que el día de mañana puede verse en este espejo.
Bien lo describe el Alemán antinazi Martin Niemöller y con está me despido “Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista, Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista, Cuando vinieron a buscar a los judíos, no pronuncié palabra, porque yo no era judío, Cuando finalmente vinieron a buscarme a mí, no había nadie más que pudiera protestar.”
*El autor es Productor y Director Cinematográfico