Los ciclos de la lluvia, algo fundamental para la producción agropecuaria tradicional, han cambiado de manera notable como consecuencia del cambio climático.
Esa realidad sobre la que un pequeño estado insular como República Dominicana tiene poca incidencia, obliga a cambiar la mentalidad de los productores y a la modernización de la actividad agropecuaria.
Afortunadamente, la tecnología suministra suficientes herramientas para hacerle frente a esa alteración de los ciclos climáticos.
La acumulación de experiencia que permitía a los productores saber que en marzo y abril había sequía, que en mayo llovía y que la temporada de ciclones se limitaba entre julio y noviembre, ya sólo sirve como anecdotario.
El cambio climático provoca que llueva en cualquier mes y con intensidades impredecibles, que los periodos de sequías también sean más prolongados e inesperados y que hasta en diciembre se produzcan grandes tormentas.
Países como República Dominicana se ven obligados a utilizar cada vez más la tecnología para la producción en ambiente controlado, el mejor aprovechamiento de las aguas y el uso adecuado de maquinarias.
Las políticas de prevención y remediación por el cambio climático son cada vez más transversales, y el sector agropecuario es uno de los que más necesita de la aplicación de políticas públicas y adecuarse a la nueva realidad.