China en tensión: lucha interna por el poder, crisis económica y el futuro de la segunda superpotencia global

Por Yeudy Maldonado
1-La 17a reunión del grupo de los BRICS+, celebrada en la ciudad de Río de Janeiro, Brasil, tuvo como objetivo geopolítico las estrategias a definir para el fortalecimiento del Sur Global y reforzar el papel del bloque como contrapeso estratégico al grupo del G7. Sin embargo, el foco de atención se centró en la ausencia del presidente de la República Popular de China, Xi Jinping, quien por primera vez en más de una década no participó en las discusiones desarrolladas por dicho foro. Lo que ha generado diferentes conjeturas sobre la situación política, económica y social interna que atraviesa actualmente el país asiático.
2-China vive una compleja crisis económica caracterizada por la convergencia de varios factores estructurales. En primer lugar, el colapso del sector inmobiliario que viene arrastrando un déficit de USD 18 billones de dólares desde el 2021, afectando la estabilidad financiera del país. En segundo lugar, el índice PMI (Purchasing Managers’ Index) que mide el estado del sector de la manufactura, ha reflejado una desaceleración industrial y una caída del consumo interno. Y finalmente, el endeudamiento total (Gobierno Central, local, empresas estatales, privadas y hogares), que alcanza casi el 300% de su PIB.
El conjunto de estos elementos ha configurado un riesgo estructural para la economía del gigante asiático, generando un efecto dominó en otros sectores claves de la nación, produciendo descontento social y cuestionamientos al modelo político/económico. El segmento poblacional joven y la clase media urbana son los más insatisfechos, pues observan que el modelo de desarrollo que predomina ya no les garantiza estabilidad y movilidad social, lo que ha permitido el surgimiento de movimientos sociales como el «Tang Ping» y «Bai Lan», que reflejan una crítica generacional al sistema impulsado por el Partido Comunista de China y una ruptura simbólica con los valores tradicionales de esfuerzo, sacrificio y progreso material, tal como lo refleja el artículo «Qué es “tan ping”, el movimiento social nacido de la pandemia en China y por qué preocupa al presidente Xi Jinping» (El Comercio, 2024).
3-La situación económica por la que atraviesa China ha debilitado la figura del presidente Xi debido a las recientes críticas sociales y a las tensiones a lo interno del Partido Comunista. Esto ha generado el surgimiento del movimiento denominado como «des-Xi-ficación», tendencia política no oficial, impulsada por sectores reformistas y tecnocráticos, como la Liga de la Juventud Comunista asociados históricamente al expresidente chino Hu Jintao. Esta tendencia busca revertir la excesiva concentración de poder en la figura de Xi, desmontar el culto a su personalidad y reintroducir mecanismos de gobernanza colectiva, evitando así la toma de decisiones de Estado con un carácter personalista. «El liderazgo del presidente Xi ha implicado una ruptura con el modelo de conducción colegiada tradicional, consolidando un poder personalista que debilita los contrapesos institucionales y genera resistencias en el partido» (Sergio M. Cesarin, 2021).
4-El expresidente chino Hu Jintao no ha expresado, ni abierta o privadamente, su descontento u oposición al modelo político de Xi, a pesar del evento ocurrido en la celebración del XX congreso del Partido Comunista Chino en octubre 2022, que se ha interpretado ampliamente como una ruptura a su legado. Sin embargo, el modelo de Hu, centrado en el crecimiento económico, la toma de decisiones colegiadas y un enfoque tecnocrático, sigue siendo una referencia para sectores del partido que rechazan el personalismo extremo impulsado actualmente. Esto podría estar tomando auge en distintos segmentos sociales, económicos y políticos, generando el surgimiento de una oposición, que no se expresa abiertamente, pero que actúa de manera discreta.
5-El presidente Xi, sin embargo, sigue llevando a cabo sus purgas bajo la sombrilla de una lucha contra la corrupción, tanto de adversarios políticos como aliados, lo que refleja una práctica ya utilizada en el pasado por otros lideres, con el objetivo de «eliminar no solo a enemigos, sino también a antiguos aliados que podrían acumular poder propio» (Guoguang Wu, 2025), tratando de evitar la conformación de facciones y grupos que promuevan posibles conspiraciones.
6- El peso geopolítico de alianzas como el bloque de los BRICS+, que según los datos del «World Economic Outlook Database del FMI», representa aproximadamente el 40,4% del PIB mundial, hace que cualquier cambio en la estabilidad del liderazgo chino, altere considerablemente el equilibrio del poder global. Esto pudiera reconfigurar la competencia entre potencias en regiones claves como el Indo-Pacífico, afectando a un grupo importante de socios estratégicos y ciertos Estados, que cada vez más dependen de su estabilidad y recursos.
Lo que ocurra dentro de China tendrá repercusiones a nivel global, no solo por el control del 70% de las tierras raras y el procesamiento del 90% de estos minerales, insumos vitales para todo Estado que busca ventajas estratégicas en el siglo XXI, sino también por su papel clave en la cadena de suministro global como segunda economía del mundo. Esto le ha permitido impulsar megaproyectos como la iniciativa de La Franja y La Ruta, consolidando su influencia en Asia Central, Medio Oriente, África, ciertos países de Europa y América Latina, que en los últimos años incrementaron su dependencia de los recursos que china provee.