Muchos ciudadanos salieron a las calles de Damasco a celebrar la caída del gobierno de Bashar al Assad.
La capital de Siria, Damasco, entró en su primera noche tras la caída del gobierno de Bashar al Assad con una mezcla de alegría, caos y mucha incertidumbre.
A las cinco de la tarde (hora local) entró en efecto un toque de queda decretado por el grupo islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS, Organización para la Liberación del Levante), que encabezó el avance de los grupos insurgentes en la última semana y que este fin de semana tomó la capital del país.
La medida busca evitar la anarquía en la capital de un estado que desde hace 53 años era gobernado con mano de hierro por la familia Assad y que desde 2011 estaba inmerso en una guerra civil que había causado la destrucción de gran parte del país.
Tras la caída de la noche se escucharon, al menos, dos grandes explosiones. Una de estas fue atribuida por informes no confirmados a un supuesto ataque de Israel sobre un complejo de seguridad en el distrito de Kafr Sousa, así como un centro de investigación donde anteriormente se había dicho que científicos iraníes habían desarrollado misiles.
Se afirma que la otra explosión ocurrió en el proyecto Marota City, un complejo de viviendas que pertenecía a empresarios relacionados con el régimen de Assad.
Pero, incertidumbres aparte, esta primera jornada tras la caída de Assad ha estado marcada por las manifestaciones de júbilo y por un cierto caos.
«Por primera vez, somos realmente libres»
La noticia del derrocamiento de Assad ha dado razones para celebrar a muchos residentes de Damasco.
Rania, una mujer entrevistada por la BBC, dijo estar «sobrepasada» por los acontecimientos y que sentía que, finalmente, podía respirar.
«Todos sentimos que hemos estado bajo el agua, literalmente, durante trece años, y que todos acabamos de tomar aire. Y sé que hay muchas personas que son mucho mayores que yo y que han pasado por demasiado. Hemos estado bajo el agua… deseando tomar aire. Y así es exactamente como me siento, siento que finalmente puedo respirar«, dijo.
Otra residente de Damasco aseguró a la BBC que su emoción era indescriptible, pues se sentía libre por primera vez en su vida.
«Estamos celebrando. Ningún sirio ha dormido en los últimos dos días. Vivo en Damasco y te puedo decir que nunca me he sentido tan feliz en toda mi vida como me siento hoy. No se puede describir esta emoción. Tienes que estar aquí porque lo que estamos viviendo como sirios es que, por primera vez, somos realmente libres«, dijo.
A lo largo del día, mucha gente se congregó en la plaza de los Omeyas, la principal de Damasco, para celebrar ondeando la bandera de la revolución siria.
Visiblemente emocionados, algunos reían, otros lloraban. Hablaban de sus esperanzas sobre lo que está por venir. Otros pasaban con sus autos haciendo la señal de la paz.
«Hablé con una mujer que lloraba y me dijo que la mayoría de su familia había muerto, asesinada en prisión. Ella dice que es un gran momento. Muchos se acercaban a nosotros, felices, celebrando», comentó Lina Sinjab, reportera de la BBC en Damasco.
Frecuentemente se oían disparos que, mayormente, parecían tener fines celebratorios.
Desorden y perplejidad
La caída del gobierno de Assad también se sintió en la capital siria en forma de caos.
«Las fuerzas del gobierno básicamente abandonaron sus posiciones y comandos militares. He visto en las calles de Damasco cientos de uniformes militares de Siria regados en el piso. He visto cascos, insignias de oficiales. He visto, básicamente, un ejército abandonando el país de forma desordenada», comentó a la BBC un periodista presente en esa ciudad.
Esa falta de autoridad se hizo visible en distintos episodios de violencia y saqueos.
Centenares de personas entraron al palacio presidencial, llevándose todo lo que pudieron y destruyendo el resto.
«Mucha gente, muchos de ellos procedentes de zonas rurales, irrumpió en el palacio y casi lo vaciaron y destruyeron todo. Cuando llegamos, el lugar estaba casi vacío, salvo algunos muebles», dijo la reportera de la BBC Lina Sinjab, quien acudió hasta la sede gubernamental.
«Llevo 10 años viviendo en Siria y nunca había estado en esta calle. Puedo ver a la gente entrando en este lugar en venganza y también con mucha felicidad por haber logrado entrar. Las escenas son muy caóticas en el interior. Ha habido saqueos en otros edificios gubernamentales, pero esta es una situación diferente. La gente entra, posa para hacerse fotos y toma lo que puede. Se están vengando por años de opresión y pobreza a causa de Assad y de su padre», agregó.
Miembros armados de HTS acudieron al palacio para controlar la situación, diciendo que los saqueos no eran aceptables.
Pero esos actos ocurrieron también en otros lugares de la capital siria, confirmando en parte los temores que tuvieron muchos comerciantes que -precavidamente- optaron por no abrir sus negocios este domingo.
Reporteros de la BBC, de hecho, pudieron ver en algunos lugares de la ciudad a hombres armados que decían estar protegiendo sus edificios de posibles saqueadores.
Entrada en sedes diplomáticas
También se reportaron incidentes en algunas sedes diplomáticas.
La embajada de Irán en Damasco fue atacada este domingo. Imágenes divulgadas por la cadena Al Arabiya mostraban daños en el exterior del edificio, incluyendo ventanas rotas y habitaciones desordenadas con documentos regados por el suelo. También hay grabaciones que muestran a una muchedumbre destruyendo imágenes del general iraní Qasem Soleimani y del líder de Hezbolá Hassan Nasrallá (ambos fallecidos) en ese edificio.
El gobierno de Irán y la milicia chiita Hezbolá fueron dos de los principales aliados de Bashar al Assad y le ayudaron a combatir a los rebeldes que querían derrocarle.
Las autoridades italianas también reportaron el ingreso de militantes de las fuerzas rebeldes en la sede de la embajada de ese país en Damasco, aunque -según informaron- los hombres armados entraron en la residencia del embajador tomaron tres autos y se marcharon, sin hacerle daño a nadie.
También hubo reportes sobre supuestos saqueos en la sede del Banco Central de Siria, así como en el Ministerio de Cultura.
El grupo islamista HTS ha hecho llamamientos a la población para que no incurran en estos saqueos.
Su líder, Abu Mohammed al Jawlani, acudió este domingo a la mezquita de los Omeyas, una de las más antiguas del mundo, ubicada en el centro de Damasco.
Allí acusó al gobierno de Assad de haber apresado a miles de sus propios ciudadanos de forma injusta.
«Hoy, somos recompensados con esta victoria. Esta victoria es de todos los sirios», dijo.
Al Jawlani ha prometido respetar a las minorías y no buscar venganza.
Hace tiempo que trata de dejar atrás el pasado yihadista de su grupo, que hasta 2016 estuvo vinculado con Al Qaeda, pero existen dudas sobre sus verdaderas intenciones.
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