Caso patético en Haina

Caso patético en Haina

Caso patético en Haina

El país vive en una eterna disquisición sobre las causales del atraso en muchos ámbitos, como desarrollo productivo, empleabilidad, educación, salud, institucionalidad, y con frecuencia se percibe que andamos por las ramas obviando las raíces en el enfoque.

La calidad de la política es clave, y por demás influyente, como matriz de todos los males que nos acogotan como sociedad.

Las políticas públicas tienen poder para multiplicar los panes y los peces, pero también para matar de hambre a todo el mundo.

Pueden ser un acompañante eficaz del desarrollo, pero también un valladar del bien común y del respeto al derecho ajeno.

En Haina ocurre algo tan sorprendente que, cuando menos, debería entrar a la antología universal de la irracionalidad.

Una industria ha adquirido un terreno contiguo –donde operaba un negocio de asfalto- para instalar un tanque de agua que, en sus operaciones, sería una estructura de seguridad ante imprevistos como incendios.

La decisión –que debería ser aplaudida por todos- ha hecho que especies de aves de rapiña alcen el vuelo en protesta con visos de chantaje, alegando supuestos cambios en el uso de suelo, monopolio de agua, queriendo inventar arbitrios que no corresponden y hasta predicando un nuevo apocalipsis desde unas redes sociales destempladas, injuriosas y falsarias.

Así no hay manera de avanzar, y menos cuando políticos municipales mueven como marionetas a individuos con antifaces de comunitarios en busca de la coima, la mordida o el peaje ilegal.



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