La gran casona del antiguamente llamado “Hotel Francés”, situada en la esquina de las calles arzobispo Merino y Mercedes, es una edificación, erigida en el siglo XVI.
A través del tiempo, la edificación fue objeto de modificaciones, pues siempre fue habitada. Estas la dotaron de los estilos imperantes en la época, sobre todo el estilo afrancesado, en boga, durante la dominación haitiana.
La mansión, fue durante largo tiempo propiedad del general haitiano Desgrotte, cabeza militar del régimen, en esta parte de la isla.
Durante la República, fue tribunal de apelación, de justicia mayor y luego, sede de la Suprema Corte de Justicia. Más adelante, formó parte del hospital militar. Indudablemente, su origen, fue el de albergar a los enfermos del hospital San Nicolás de Bari, del que la separa la iglesia construida a comienzos del siglo XX.
Con el correr del tiempo, fue adquirida por la señora Celina Gatón, quien la transformó en un hotel, con el rumboso nombre de “Hotel Francés”, el que tuvo mucho prestigio, a comienzos del siglo XX y en donde se hospedaban personajes de importancia, además de los representantes de las mejores líneas comerciales. Tenía fama por su exquisita comida y era lugar de reunión de los más prestigiosos intelectuales.
La restauración de la antigua edificación, tuvo lugar en 1991, por orden del Poder Ejecutivo.
La bella casona, estaba integrada en dos niveles, por dos crujías, a lo largo de las calles Meriño y Mercedes, tenía, además, un martillo lateral, adosado al extremo oeste del cuerpo principal.
Este parece haberse construido, mucho tiempo después. Contaba también con un traspatio, como todas edificaciones del siglo XVI.
Las edificaciones levantadas en concreto, en el patio central, fueron demolidas y la casona, recupero el aspecto que tenía originalmente.
Durante las excavaciones arqueológicas, se efectuaron ranuras en el empañete, se descubrieron nichos y ventanas, así como una galería porticada con cuatro luces levantadas con arcos de ladrillo sobre columnas toscanas de grandes dimensiones.
Asimismo, sobre la arcada del primer nivel, en la segunda planta, se encontró otra con arcos rebajados y columnas diferentes. Todo esto, correspondiente a la construcción original del siglo XVI. También fueron hallados huecos originales con arcos de piedra y jambas de ladrillo.
Las fachadas a ambas calles, presentaban una serie de puertas ritmadas, repetidas en la segunda planta, separadas por un balcón corrido afrancesado. En el patio interior, se hallaron los mismos huecos y balcones.
El portal principal de la hermosa casona, está fabricado en piedra, los dos restantes, en piedra y ladrillo.
El portal principal de piedra, tiene las características del hospital de San Nicolás, lo que confirma la tesis de que la edificación sirvió de albergue para los enfermos del hospital.
Estilo plateresco
El portal principal fue construido con piedra caliza, al estilo plateresco. El dintel se apoya en dos capiteles que forman parte de las pilastras que forman las jambas de la puerta.
El dintel se encuentra tallado formando estrías y en el centro presenta las huellas de un antiguo escudo, destruido por el invasor haitiano. Sobre este se encuentra una ventana con arco rebajado también de piedra.
El conjunto es elegante y hermoso. Según las investigaciones arquitectónicas, llevadas a cabo en su momento por el arquitecto José Ramón Battle Pérez, la edificación se ajusta a los parámetros de aquellas construidas en la primera parte del siglo XVI.
Su restauración
Después de su restauración, la edificación se destinó a hotel. Sin embargo, luego de unos años, a raíz de las obras emprendidas en las calles de la ciudad intramuros, con el fin de soterrar el cableado eléctrico y mejorar la tubería del acueducto, mediante un préstamo otorgado por el BID y bajo la dirección de técnicos asignados por el Ministerio de Turismo de la época, la magnífica estructura del hotel francés, fue víctima de una errónea labor de intervención, en la calle Arzobispo Meriño.
Al remover aceras y contenes, justo frente a la edificación con medio milenio de construcción, al profundizar las excavaciones, no tomaron en cuenta el basamento de bloques de piedra que sostenía la casona. Al destruir los bloques de piedra, los muros de la antigua construcción, se desplomaron, en la parte norte, arrastrando así mismo las demás estructuras interiores.
Tiempo después, el ministerio responsable de la catástrofe, intervino las ruinas, reconstruyendo la parte afectada, reintegrando todos los espacios arquitectónicos originales, destinando la edificación a una nueva función, como centro de eventos, asignándola a una conocida cadena hotelera.
Agregando de esta forma una nueva función a la espectacular mansión, con medio milenio de historia, la que sirvió a los enfermos del hospital San Nicolás, más adelante fue hogar de uno de los generales haitianos invasores, sirvió como sede de la Suprema Corte de Justicia y como muy respetado y prestigioso hotel, Ahora bautizada con el sonoro nombre de Casa Real.
Mágicos ambientes
— Ideal para eventos
La magnífica mansión, hoy en día, está habilitada para recepciones y eventos de toda índole, en un ambiente evocador, en donde los nuevos trabajos, agregaron paneles y artefactos en madera que aportan un nuevo sentido humanístico a las instalaciones.
*Por MARÍA CRISTINA DE CARÍAS, CÉSAR IVÁN FERIS IGLESIAS Y CÉSAR LANGA FERREIRA