Elías Brache
Una de las más alentadoras características de la propuesta electoral del Partido Revolucionario Moderno ha sido la de colocar en su justa dimensión el papel de la mujer en la construcción de un nuevo sistema de gobierno.
Muestras hay por todas partes en las boletas, y lo mejor de todo, ganadas a base de trabajo político y esfuerzos cargados de consideración a los semejantes.
En esta ocasión me referiré a Carolina Mejía, cuyo carácter afable y sencillo cala fácilmente en todos los que le conocemos.
Carolina cuenta con una experiencia excepcional. Sí, excepcional, pues creció en un hogar donde unos de los progenitores alcanzó la Presidencia de la República. Este solo argumento es empíricamente válido para silenciar a quienes puedan restarle experiencia en asuntos políticos.
Eso sin entrar en lo que el día a día de una secretaría general como la del PRM genera como aula de conocimiento político.
En resumen, en ese aspecto Carolina está sólidamente forjada, creció y vive entre políticos.
Si se cuestionara su capacidad gerencial, habría que recordar que Carolina ha sido durante mucho tiempo fuerza motora en la exitosa empresa exportadora familiar.
Asimismo, en una época de inversión de valores, es bueno subrayar que la vida personal de la candidata resiste el más fino sesgo, con un esposo y descendencia cuya conducta y trayectoria está abierta a cualquier investigación.
Carolina Mejía no ha sido nunca objeto de escándalo alguno.
Así pues, estamos frente a una candidatura políticamente formada, gerencialmente preparada y moralmente probada.
Mientras los adversarios promocionan una caravana con mujeres en rolos, en una demostración de desconocimiento del papel llamado a desempeñar por las mujeres en la sociedad actual, y afianzando la noción de que el lugar natural de una mujer es ser ama de casa, el Partido Revolucionario Moderno, con una visión vanguardista presenta una mujer para que ocupe la posición de alcaldesa de la ciudad más importante del país.
Ese es el papel que demandan los tiempos, una participación plena, una igualdad de condiciones para las damas dominicanas.
Así pues, sé que Carola se manejará con igual o mayor entrega que en su propia casa, pero esta vez es en la de todos.
Carolina: ama de ciudad.
