Carlos Slim, el magnate mexicano que no teme a las grandes inversiones

MEXICO, Distrito Federal.-El mexicano Carlos Slim, poseedor de una de las mayores fortunas del mundo, siempre ha recalcado que construyó su imperio latinoamericano de telecomunicaciones en base a la audacia para la inversión y ahora lo volvió a confirmar con el asalto al gigante telefónico holandés KPN.
América Móvil, el grupo de Slim que domina el mercado latinoamericano de telecomunicaciones, lanzó este viernes una oferta pública de adquisición (OPA) sobre KPN por valor de 10.200 millones de euros, que no tiene por el momento el apoyo del grupo holandés.
El consorcio de Slim, que también tiene el 25% de Telekom Austria, ya es el principal accionista (29,77%) de KPN tras otra OPA hostil parcial llevada a cabo hace un año y ahora propone 2,4 euros por acción, lo que llevaría el valor total de la compra a 10.200 millones de euros.
A sus 73 años, el corpulento multimillonario de origen libanés ha ocupado cuatro años seguidos el primer lugar de la lista mundial de fortunas de la revista estadounidense Forbes -en la de 2013 se le atribuían 73.000 millones de dólares- por delante del fundador de Microsoft, Bill Gates, y otros magnates.
Sin embargo, en mayo pasado Forbes publicó que Gates había recuperado el trono de más rico del mundo cedido a Slim, cuya fortuna habría bajado a 69.100 millones de dólares.
Especialistas atribuyeron la caída a los efectos de una reciente reforma del gobierno mexicano para fomentar la competencia en la industria de las telecomunicaciones, que llevó a una caída del precio de la acciones de América Móvil.
En los años noventa, Slim levantó su imperio de telecomunicaciones al adquirir del gobierno mexicano el hasta entonces monopolio Telmex (Teléfonos de México), que actualmente controla el 80% del mercado. A su vez, su filial de servicio celular, Telcel, mantiene cerca del 70% de ese sector en México.
En total, América Móvil tiene 262 millones de suscriptores celulares. La compañía ofrece también servicios de telefonía fija, así como de conexión a internet y televisión por cable, en 17 países de América Latina y Estados Unidos.
Para el magnate, invertir es la palabra clave, sin importar situaciones como la ola de violencia ligada al narcotráfico que desde hace años azota a México, donde ha dicho que seguirá viviendo.
«El que no invierta por razones diversas, por miedo, precaución o lo que quiera, se va a quedar atrás», recalcó en 2011 Slim, cuyos competidores en las telecomunicaciones mexicanas, como las gigantes cadenas Televisa y TV Azteca, le acusan de monopolizar el sector de la telefonía.
Slim es hijo de un inmigrante libanés que llegó a México completamente solo a principios del siglo XX a los 14 años, y se graduó en ingeniería civil por la pública Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la mayor de la región.
Una biografía reveló en 2010 que Slim recibía un salario mensual de 24.000 dólares, inferior al de altos funcionarios en México, y se distinguía por un estilo de vida familiar y muy alejado del derroche asociado a los multimillonarios.
Al igual que magnates como Gates o Warren Buffett, Slim también ha encontrado tiempo para invertir en obras de filantropía. En la Ciudad de México, Slim erigió el Museo Soumaya, llamado así en memoria de su esposa fallecida, que exhibe gratuitamente unas 60.000 piezas de arte, entre ellas de Rodin, El Greco, Rubens, Van Gogh o Monet. Su extenso portafolio también incluye negocios en la construcción, cadenas comerciales, industria y explotación de minas.
En los últimos años este amante del beisbol se ha introducido en otros sectores como la prensa -en 2011 contaba con 8,1% de acciones del diario The New York Times– y el fútbol, al colaborar este año con dos millones de euros para salvar al equipo español Oviedo.