
Probablemente al leer el encabezado de este artículo se asumiría que el mismo tiene la pretensión de recordar episodios de la televisión dominicana, por aquello de la coincidencia con el popular concurso de canto que inició mi padre en los años 90, y que yo continué en una versión un poco más moderna en el pasado reciente.
Pero no, la orientación de estas líneas centra su objetivo en analizar la esencia del sistemático afán del ser humano de lograr la materialización de sueños, de sentirse realizado, de buscar persistentemente el tan anhelado éxito.
Muchas son las definiciones o concepciones que se esgrimen sobre el tema. Para unos el éxito es relativo, para otros, es la búsqueda constante de bienestar, de destacarse en una actividad u oficio.
Cuando vamos al diccionario o accedemos a motores de búsqueda en internet, la definición que encontramos es la del resultado provechoso, de una empresa o acción emprendida, o de un suceso.
El éxito se asocia al triunfo, victoria, fama, logro y prestigio.
A mi modesta estantería de libros virtuales, cayó un corto pero efectivo texto que describe de manera concisa y llana el éxito. Habla de sus implicaciones, sacrificios, así como la presentación, a través de la evidencia, de cómo el éxito se compone; los patrones a los que se relaciona.
Sin importar el ámbito de la vida que se pretenda desarrollar, el éxito requiere de la misma orientación, enfoque, y procedimiento.
El libro, escrito hace varias décadas, por el inversor y trader de acciones, Nicolas Darvas, se titula “Anatomía del Éxito”. El texto refiere a que el éxito, sin dudas, se esconde en las pequeñas acciones que realizamos, en metas de corto y mediano plazo y, evidentemente, se convierte en el objetivo supremo de las grandes realizaciones.
Estudiosos del tema refieren sobre la multiplicidad de implicaciones del éxito, por ello, establecen diferencias conceptuales; el éxito personal, el éxito público, y el que mezcla los dos aspectos, el personal/público.
Cuando hablamos de éxito personal, nos referimos al tipo de vida que adoptamos, y en ella logramos satisfacción plena, no importando su nivel de transcendencia.
Un ejemplo ilustrativo podría ser el de un guía turístico. Su deseo de relacionarse con los visitantes al país, recibir la contribución extra por su trabajo, dejar una buena impresión entre los que se le presta servicio, colabora con un clima de complacencia y amor por el rol que desempeña.
Dos rutas espectaculares
El éxito público concentra su estado, fundamentalmente, en lo que se proyecta hacia fuera. Los ejemplos más representativos recaen en celebridades del espectáculo y el deporte.
La legión de seguidores de figuras prominentes sólo concentran su mirada en el éxito laboral, en el nivel de influencias que tienen y la cantidad de dinero que han podido generar; sin imaginar que, en muchos casos, dichas personalidades públicas llevan una vida privada afectada por las insatisfacciones, depresiones, frustraciones, traumas de infancia, etc.
El tercer concepto, vincula los dos primeros, el éxito personal/público. Este tiene la capacidad de brindar la satisfacción personal, como resultados evidentes ante los ojos de la colectividad. Es la consagración del éxito y clima de bienestar interno y externo.
El dinero y el éxito
En mis conversaciones con jóvenes emprendedores, por todo el país, he logrado recoger muchas de sus inquietudes que, indefectiblemente, desembocan en los mismos deseos: cómo ganar dinero y lograr éxito con cierta celeridad.
Aunque es importante mejorar la condición económica preexistente, dentro de la dinámica del éxito no podríamos tener el dinero como un fin, sino como una consecuencia.
