Las actividades del comercio, la banca privada y los mercados al menudeo son normales aunque los precios de los productos de la canasta familiar siguen elevados cinco días después de que el gobierno boliviano subiera el precio de los combustibles hasta en un 83%.
Las labores de la banca privada, que el martes sufrió presiones ante los temores de que el gobierno boliviano congelara los depósitos -lo que finalmente no sucedió- es normal, constató la AFP.
El servicio de transporte público reanudó sus servicios en todo el país, pero los precios de los pasajes estaban también por encima del tope del 30% fijado por el gobierno.
Tanto choferes, como vecinos, y también maestros estatales, rechazan lo que llaman «gasolinazo», el reajuste más alto en los últimos 20 años, y exigen su abrogación.
Los conflictos sociales del jueves, principalmente en las ciudades de Cochabamba (centro), La Paz (este) y su vecina El Alto, fueron epicentro de las protestas, mientras el gobierno los tachó de «políticos» y que estuvieron protagonizados, principalmente, por grupos «vandálicos».
La llegada del Año Nuevo en fin de semana casi obligó a una pausa en las protestas, aunque éstas amenazan con reflotar la próxima semana.
«Es muy posible que el lunes retomemos las protestas, si no soluciona el gobierno nuestras demandas. Si se tiene que salir a las carreteras a bloquear, se va a salir», afirmó Durán en conferencia de prensa.
La radical Federación de Maestros Urbanos de La Paz, dirigida por militantes trostkistas, también amenazó con retomar las manifestaciones la próxima semana.
«Vamos a continuar la lucha desde las bases para imponer un salario de acuerdo a la canasta familiar», afirmó el líder de los maestros estatales de La Paz, José Luis Alvarez, sector que incluso rechaza el aumento salarial del 20% decretado por Morales para este grupo, junto con militares, policías y personal de salud.
Para la próxima semana también se espera la llegada a la sede de Gobierno de los aguerridos mineros estatales de la empresa Huanuni (suroeste), quienes suelen marchar acompañados por las explosiones de sus ruidosas espoletas de dinamita y se convierten en un fuerte factor de presión.
«Sí o sí nos dirigimos a La Paz», afirmó a medios locales el dirigente de los mineros de Huanuni, Manuel Pérez, aunque el ministro de Minería, José Pimentel, intenta persuadirlos de su intención de llegar a La Paz.
Harán lo propio los obreros del sureño departamento de Oruro.
«Aprovecharemos estos días, donde muchas familias tendrán muy poco que festejar, para preparar las medidas de presión con mayor contundencia desde la próxima semana. Esta vez el Gobierno de Evo Morales no se saldrá con la suya», dijo el representante de los trabajadores de Oruro, Jaime Solares.
Al contrario de estos sectores, varios sindicatos campesinos de La Paz manifestaron su apoyo al presidente Morales.
La amenaza de más conflictos motivó que el ministro de Gobierno (Interior), Sacha Llorenti, llamara a los sectores a evitar