La falta de cumplimiento de los ayuntamientos en sus funciones básicas es un problema multifacético que puede atribuirse a diversos factores.
Primero, muchas veces, los ayuntamientos no cuentan con los recursos financieros, materiales o humanos necesarios para cumplir con sus funciones.
Esta situación puede deberse a una mala gestión de los fondos públicos, falta de ingresos suficientes o una asignación inadecuada de los recursos disponibles, la escasez de presupuesto afecta directamente la capacidad de los ayuntamientos para proporcionar servicios esenciales como la recolección de basura, mantenimiento de calles y alumbrado público.
En segundo lugar, la corrupción puede desviar los recursos destinados a servicios básicos para beneficio personal de funcionarios públicos, lo que resulta en la falta de servicios adecuados para la población.
Además, una mala gestión administrativa, que incluye desde la ineficiencia en la ejecución de proyectos hasta la falta de transparencia en la asignación de contratos, puede llevar a un incumplimiento generalizado de las funciones municipales.
Muchas veces, el personal de los ayuntamientos no está adecuadamente capacitado o carece del profesionalismo necesario para desempeñar sus funciones de manera eficiente. Esto puede resultar en una prestación deficiente de servicios y en la incapacidad de los ayuntamientos para cumplir con sus responsabilidades básicas.
La desconfianza en las instituciones gubernamentales es un factor crucial. Muchos ciudadanos sienten que quejarse no servirá de nada, ya que no confían en que las instituciones respondan a sus quejas o preocupaciones, esta desconfianza puede estar arraigada en experiencias previas de indiferencia o falta de acción por parte de las autoridades.
Además, una cantidad importante de personas no están al tanto de sus derechos ciudadanos ni de los mecanismos disponibles para presentar quejas. Esta falta de conocimiento puede llevar a la inacción, ya que los ciudadanos no saben cómo y dónde quejarse y hay que sumar el temor a represalias, ya que puede disuadir a los ciudadanos de expresar sus quejas, especialmente en contextos donde hay poca transparencia y altos niveles de corrupción.
La apatía política, que puede ser el resultado de la desilusión con el sistema político o la falta de participación cívica, hace que muchos ciudadanos no tomen medidas para exigir mejores servicios o responsabilizar a los funcionarios por su desempeño. Esta falta de interés se traduce en una ausencia de presión pública sobre los ayuntamientos para que cumplan con sus funciones básicas.
Todo esto anterior va unido a que los alcaldes no cumplen con sus promesas electorales; esto sucede por varias razones.
En primer lugar, las promesas irrealistas son comunes durante las campañas políticas. Los candidatos pueden hacer promesas que son inalcanzables debido a un desconocimiento de las limitaciones reales de los recursos y capacidades del ayuntamiento, o simplemente como una estrategia para ganar votos. Una vez en el cargo, se enfrentan a la realidad de que no pueden cumplir con lo prometido.
En segundo lugar, otro factor es el cambio de prioridades una vez en el cargo. Los alcaldes pueden encontrar que las condiciones económicas, sociales o políticas han cambiado, o pueden enfrentar presiones inesperadas que los obligan a redirigir sus esfuerzos y recursos hacia otras áreas.
Además, la resistencia y los obstáculos internos y externos pueden impedir que los alcaldes implementen sus promesas.
La oposición política, la burocracia interna y la presión de grupos de interés pueden complicar la implementación de sus proyectos.
La combinación de recursos insuficientes, corrupción, burocracia, falta de capacitación, desconfianza en las instituciones, falta de educación cívica, apatía política, promesas irrealistas, cambios de prioridades y obstáculos internos y externos contribuye a que los ayuntamientos no cumplan con sus funciones.
*Por Víctor Féliz Solano