¿Es una pasión o una obsesión? A veces, la delgada línea entre una y otra puede ser difícil de distinguir cuando se trata de internet.
Pero pregúntate: ¿has buscado alguna vez a un ex en las redes sociales y te has encontrado mirando la pantalla tres horas después, todavía viendo fotos de esa persona y de su nueva pareja?
Tener una computadora en el bolsillo y acceso a Twitter e Instagram las 24 horas, puede hacer difícil manejar nuestras compulsiones.
La psicóloga social y presentadora de la BBC, Aleks Krotoski, explora cómo los comportamientos obsesivos pueden salirse de nuestro control.
Celos retroactivos
Cuando Zach Stockill era adolescente se enamoró.
Pero pronto desarrolló una obsesión insana con el pasado de su novia, a pesar de que nunca se había obsesionado antes con nadie o nada.
No era una persona celosa ni tampoco le preocupaba que le engañaran en aquel momento, pero un simple comentario de pasada sobre un ex activaba un interruptor en su cerebro.
«Esto es lo que me hacía volverme loco», dice Zach.
«Básicamente, me obsesioné con los pequeños detalles sobre su pasado; tenía mucha curiosidad sobre qué había pasado en su vida romántica antes de conocerme».
Zach se encontró en un bucle de curiosidad sobre el pasado de su pareja del que le era enormemente difícil escapar.
Intentaba calmar sus celos retroactivos buscando compulsivamente respuestas online, pero esto no hacía más que alimentar a la bestia.
Acoso cibernético
El acoso cibernético es la forma que toma el acoso (el seguimiento no buscado de alguien) en el mundo digital, que tiene lugar solo en Internet y se ve facilitado completamente por la tecnología.
Stina Sanders es una periodista que escribe sobre su uso de las redes sociales.
Cuando su pareja la dejó sin explicación alguna hace seis años, empezó a monitorear de forma obsesiva sus cuentas en las redes sociales para intentar entender el porqué.
«Nunca realmente pude cerrar el tema de por qué me dejó», dice Stina. «Así que mi única forma de hacerlo era observar online su nueva vida con su nueva pareja».
Esto se convirtió en una obsesión, y a pesar de que rompieron hace años, ella todavía visita sus perfiles de Instagram, Facebook y Twitter.
«Con frecuencia miro las redes sociales de mi ex para ver en qué anda, y también para ver con quién sale y ver qué tiene ella que yo no tenga».
Este tipo de acoso cibernético es más común de lo que quizás piensas.
Según las investigaciones llevadas a cabo por Veronika Lukacs, de la Universidad de Toronto, nueve de cada 10 personas entran en el perfil de Facebook de su ex.
El ciberacoso es más fácil porque nadie te ve
Estas investigaciones también revelaron que alrededor del 70% de las personas admitieron ver el perfil de sus ex a través del perfil de un amigo en común, incluso si los habían bloqueado o los habían borrado de la lista de amigos, encontrando una forma encubierta de hacerlo.
Stina dice que creó un perfil falso para poder seguir a su ex y a la nueva pareja de este, «y nunca lo sabrán».
Emma Short, psicóloga y directora del Centro Nacional de Investigación sobre el Ciberacoso en la Universidad de Bedfordshire, explica cómo Internet nos permite mantenernos escondidos, viendo cómo todo lo demás va sucediendo sin ser parte de ello.
Este distanciamiento nubla nuestro juicio sobre los límites.
Observar a la gente no es malo en sí mismo, pero las redes sociales nos permiten observar más a la gente: más de lo que deberíamos y más de lo que admitimos.
Ahora es posible continuar con comportamientos obsesivos sin interrupción, de una forma que puede parecer obsesiva en otro contexto.
Puedes ver el perfil de un ex cien veces al día, y seguir con tu vida normal: encontrarte con amigos, actuar con normalidad, aparentar que te cuidas… no hay ninguna señal externa de que algo va mal.
Pero si aparecieras en la puerta de la oficina de tu ex y miraras por la ventana ocho horas al día, sería muy distinto.
Tenemos acceso a información como nunca antes
Las redes sociales brindan una ventana a la vida de otra persona y ofrecen una gran cantidad de información que simplemente no estaba disponible antes.
Los detalles que ponemos online, cuando decimos que vamos al cine con esta persona, o estamos «en una relación» con esta otra, crean una mina de oro de indicios y posibilidades.
Para alguien con celos retroactivos, la tentación de lanzarse al pasado de su pareja puede ser demasiado grande.
En el pasado, tras una ruptura, un ex no tenía las mismas oportunidades para vigilar a la otra persona, pero ahora es muy fácil.
La comediante Andrea Hubbert dice que cuando ella tenía veintitantos años, su compañero le hizo «ghosting»: la dejó y luego ignoró completamente sus intentos de establecer contacto, actuando como si ella nunca hubiera existido.
Ella se convenció de que él estaba viendo a alguien nuevo y, tras la ruptura, comenzó a acosarlo obsesivamente online; una y otra vez entraba en sus perfiles.
«Cuando no hay nada que te detenga, puedes mirar el perfil de otra persona sesenta, setenta veces al día», dice Andrea.
«Una forma muy sutil de hacerse daño»
Andrea dice que podría no parecer particularmente dañino el mirar algo en internet, pero «te estás socavando a ti misma». «Es una forma extremadamente sutil de hacerse daño».
Ella tenía muy claro que la tristeza que sintió después de la ruptura estaba siendo magnificada por su comportamiento en las redes sociales.
«Estás buscando algún tipo de certeza para detener el dolor que sientes, pero nunca encontrarás las respuestas que estás buscando», explica.
La psicóloga Emma Short está de acuerdo en que el ciberacoso y otros comportamientos obsesivos online tienen un efecto negativo en la salud de quienes los practican.
Introducen a la víctima en un comportamiento repetitivo que no tiene ninguna o escasa recompensa: «No estás obteniendo una comunicación recíproca positiva. Para seres sociales, eso no es bueno», dice Emma.
Además, poner tanta energía en algo y no obtener nada a cambio «no va a aumentar tu autoestima», concluye.
¿Qué podemos hacer si creemos que tenemos un problema?
Una de las cosas importantes que se desprenden de las últimas investigaciones es que cuando las personas sienten que están perdiendo demasiado tiempo investigando a otros en internet, o si se sienten culpables por su comportamiento, deben hablar de ello.
«Habla con tus amigos», dice Emma. «Hay ayuda profesional para la gente que siente que sus vidas se han visto tan interrumpidas que están atascadas».
Zach asegura que se dio cuenta de que el problema era totalmente suyo y de que las redes sociales estaban haciendo las cosas «mucho, mucho peores…».
«Si tenía alguna oportunidad de recuperarme, sabía que tenía que dejar de usar estas plataformas más temprano que tarde», afirma.
Redujo su tiempo en internet y fue extremadamente disciplinado para no observar secretamente a sus ex en las redes sociales.
«Necesitas ser lo suficientemente fuerte como para resistir esa tentación», dice.
Andrea asegura que sabía que en el futuro tendría que hacer las cosas de manera diferente: en las rupturas posteriores, cortó deliberadamente todo contacto online porque no quería que nunca más el sentimiento de rechazo la hiciera comportarse de manera obsesiva.
Ella dice que tras «reconocer que era una pendiente resbaladiza», desde entonces nunca ha mirado el perfil de un ex en las redes sociales.
Tomado de BBC Mundo