Aprendizaje urgente

Aprendizaje urgente

Aprendizaje urgente

Descubrir el seguro es tal vez una de las pocas enseñanzas que dejará durante algún tiempo el temporal que el viernes de la semana pasada provocó inundaciones en varios puntos de la capital.

Los daños causados por las aguas en los vehículos de motor corren por cuenta de sus propietarios, a menos que estos cuenten con la cobertura de una póliza de seguro de esas que cubren daños causados por fenómenos naturales, como pueden ser terremotos, inundaciones, rayos y otros.

Pero esta cobertura completa suele ser entre nosotros bastante limitada, tanto por la antigüedad del parque vehicular, como por el costo, una realidad insoslayable.

Muchos de los vehículos que sufrieron daños extremos no hubieran sido alcanzados por el auxilio del seguro ni siquiera con una tradición bien arraigada, sencillamente porque a un vehículo de motor con más de cuatro años de fabricado no lo alcanza una cobertura completa, o “full”, según la jerga del negocio.

Desde luego, a partir del fin de semana se ha preguntado y hablado bastante sobre este beneficio al que pueden acceder algunos propietarios afectados por aguas. Y ahora muchos saben que el seguro es más que un adorno de la licencia de conducir para evitar que el agente de la Digesett remolque el vehículo a uno de los garajes de esa entidad.



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