
En la Ciudad Colonial algunas de las antiguas mansiones después de restauradas se han dedicado a un uso diferente, tal es el caso de la Casa de Bastidas, la que alberga hoy en día el Museo Trampolín.
Esta casa fue construida por Don Rodrigo de Bastidas, llegado a América en el segundo viaje de Cristóbal Colón.

En sus viajes de exploración descubrió las bahías de Cartagena y de Santa Marta en la parte norte de Suramérica, fundando más adelante, en otro viaje, esta última ciudad, la más antigua en el territorio.
A su muerte, ocurrida en Cuba, la casa en Santo Domingo fue habitada por su hijo, del mismo nombre, Deán de la catedral y Obispo de Coro en Venezuela.
Se accede al interior de la vivienda a través de un sobrio y elegante pórtico renacentista realizado en piedras de cantería, formando una arquivolta rebajada en medio de dos columnas adosadas y apoyadas sobre plintos del mismo material.
Encima del arco rebajado existe un entablamento que soporta un coronamiento triangular en cuyos extremos se observan dos pequeñas pilastras en forma de candelabros.
En el espacio interior del triángulo aparece un bajo relieve con una figura antropomórfica de un personaje que pudo haber sido el propio Rodrigo de Bastidas.
Un detalle curioso es que desde los pedestales que soportan las columnas, salen un par de cadenas marineras que se unen a un par de cañones de la época con la característica de que estos están hundidos en la acera, por la boca del cañón, dejando a la vista la parte anterior de los mismos.
Ventanas de protección
Este equilibrado y hermoso portal, está flanqueado por grandes ventanas a ambos lados del mismo.
Estas ventanas con su protección de rejas metálicas, aparte de iluminar y ventilar los interiores, servían para proteger, desde el interior, cualquier ataque que se pretendiera efectuar.
