SANTO DOMINGO.-Annerys Vargas lo ha logrado todo en su carrera como jugadora estelar de voleibol, y fruto de ello asistirá a sus terceros Juegos Olímpicos como integrante de la selección nacional femenina, algo que pocos atletas terrícolas han logrado.

Su bien ganado status demanda enorme sacrificio en lo que a tiempo se refiere, el cual debe distribuir entre el gimnasio, los eventos internacionales representando al país, y hasta su propia agenda, ya que ha vivido siempre del voleibol jugando como refuerzo en ligas profesionales del exterior.

Sin embargo, la espigada jugadora de 1,94 m (6’4) de estatura, asegura que pese a la limitación de tiempo, “siempre he sacado un espacio para ir en auxilio de las gentes más necesitadas de mi sector Los Guaricanos”, su barrio de nacimiento, “cosa que he hecho siempre bajo perfil, porque no me gusta para nada divulgar lo que hago por los demás”.

Vargas, quien tiene 22 años y contando en el equipo nacional de mayores, expresa que como de costumbre, “no podía quedarme atrás y por eso he estado últimamente repartiendo algunos alimentos en los Guaricanos, para ayudar mi gente a sobre llevar un poco los efectos de la crisis mundial por el Covid-19”.

Annerys revela que ha ido dos veces a repartir kits de alimentos a Los Guaricanos y que obtiene las ayudas provenientes de algunos amigos y hasta de sus recursos propios. “También pienso en los compromisos con la selección, las Liga de Naciones y Juegos Olímpicos, en fin debo sacar tiempo para todo”, dice.

Cuarentena
En cuanto al confinamiento obligatorio debido al coronavirus, Vargas asegura que pese a que le ha sido fácil la adaptación a estar todo el tiempo en el hogar, “gracias a Dios esta cuarentena me ha puesto a reflexionar, estar en familia, leer la biblia”.

Dice que también ha pasado por la tristeza de ver personas de su entorno fallecer porque no han podido lograr sobrevivir al coronavirus y otras que aún están contagiadas.

Ejercicios hogareños

— Seguir en forma
Annerys se las ha arreglado para improvisar un gimnasio desde su hogar, incluso sustituyendo la mancuerna de 45 kg. por un botellón de agua, entre otros.