Algo falta por hacer

Algo falta por hacer

Algo falta por hacer

Algo queda por hacer en un frente al que funcionarios, dirigentes políticos, fundaciones y todo tipo de organizaciones sin fines de lucro han dedicado tanta atención en las dos últimas décadas.

El paso de la tormenta dice que es así, y tal vez no sea algo, sino mucho por hacer para que con dada meteoro de temporada los organismos de asistencia, no tengan que correr hacia las márgenes de los ríos y los funcionarios dejen de ir a retratarse junto a las casuchas con una ayuda circunstancial.

Falta mucho por hacer y quizá sea justo preguntarse si el crecimiento de la economía —que se reparte ya en dos siglos, parte del que pasó y lo que corre de este— no debiera evidenciarse también en la solución definitiva de la abrumadora marginalidad urbana que hace saltar las alarmas cuando nos toca una manifestación extrema de la naturaleza.
Sujetos, y hasta comunidades marginales, siempre los habrá.

Pero muchos de las que viven en las orillas de los ríos Ozama e Isabela pueden tener allí tanto tiempo como la democracia dominicana, a la que algunos le atribuyen el acta de nacimiento tras la caída de la dictadura.

La experiencia de la generación de relevo, que todavía gravita en el espectro político dominicano, no debe dejar pasar su período ante el timón sin curar de este mal a la sociedad dominicana.



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