El Fondo Monetario Internacional ha dado a conocer los puntos de vista de su Directorio Ejecutivo sobre el desempeño de la economía dominicana durante el curso de la pandemia, con señalamientos que, con la cautela de lugar vistas las circunstancias, pueden ser considerados alentadores.
Cautela porque cualquier expresión de optimismo en estos tiempos, si ha de hacerse con responsabilidad, tiene que ser inevitablemente cautelosa.
¿De qué se trata? De que los directores del FMI consideran apropiadas las políticas aplicadas para la protección de la salud, la asistencia social, la reducción de impuestos y las políticas monetarias utilizadas como herramientas técnicas para mantener la economía a flote y salir a camino en un plazo relativamente corto a pesar de la fuerte contracción del PIB y el aumento del peso de la deuda.
“Los directores coincidieron en que la República Dominicana está preparada para una fuerte recuperación económica en 2021”, señala el documento, distribuido ayer por el Banco Central.
Y esto es esperanzador, porque si hemos de reconocer que al FMI suele vérsele en pueblos como el nuestro como se ve a los agentes represivos de las dictaduras, también debemos reconocer que en esta ocasión ese policía monetario no ostenta su gran garrote, sino que, por el contrario, trae aliento.
Pero no sólo para el equipo técnico de la Administración, que tiene que seguir haciendo su trabajo, sino para el ciudadano común que, como EL DÍA, tiene ahora en medio de la tempestad una brecha el optimismo así sea matizado de cautela.
