Acertijo de la cultura política dominicana (2019)

Acertijo de la cultura política dominicana (2019)

Acertijo de la cultura política dominicana (2019)

Por: Aneudy De León M. **

Durante el ejercicio de la actividad política en la República Dominicana, me he planteado un acertijo, entre tantos, que podrá causar inquietud a muchos. Entender el porqué de gente que tiene tan pocas luces, discurso angosto, y en cierto modo, algún tipo de resentimiento social. Una indiscutible carencia de creatividad política y hasta de verdadero ascenso social y compostura emocional, mientras se la pasan “criticando todo” y aportando nada. Abundan las críticas, escasean las propuestas.

Son inconformes con el gobierno y con la oposición al mismo tiempo. Cualquierizan al Partido Revolucionario Moderno (PRM), otros partidos de oposición tradicionales o no, menos el de ellos. Igual, pretenden cualquierizar todo aquel que quiere hacer un trabajo loable y digno por la patria, la democracia dominicana y el adecentamiento de la política desde cualquier espacio político de oposición, como sería el caso del citado partido, por ejemplo. Siento que delatan su mediocridad y envidia políticas, porque no tienen la estampa ni la visión revolucionaria para producir modelos políticos alternativos, pero les molesta y causa inquinas si otros que pueden hacerlo (no ellos) lo hacen y lo logran. Sólo quieren buscar sonido «contradiciéndolo todo», aunque lo que contradigan sea lo que ellos mismos defienden ideológica, política, retóricamente y hasta en su propia praxis a lo largo de su vida pública.

Critican el entramado corrupto que se teje desde el estado, las élites políticas y empresariales, con lo cual podemos estar de acuerdo; igualmente critican un alegado maridaje de la oposición con el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y su mafioso gobierno. Sin embargo, cuando se va a la discusión y los acuerdos que implican intereses –sobre todo, económicos–, aspiran y (presionan para ello) a tener una silla en la mesa de negociación o una parte del pastel que ha de repartirse. No hacen obra social, pero critican la que un rico hace en los barrios de los pobres. También yo pudiera llegar a criticarlo, pero lo hago no respecto a todos, jamás sin generalizar, ni bajo el mismo fundamento que estos lo hacen. En fin, se trata de una «andanada dicotómica” que nadie la entiende.

A veces proclaman ser “revolucionarios”, otras veces se hacen llamar «izquierdistas», «socialistas» o comunistas de nuevo cuño, pero “no (re) -evolucionan nada”, ni sus ideas. Se dicen ser ateos, están en contra de la iglesia católica, del cristianismo, pero no proponen un dogma o creencia, porque no creen en nada, ni en sus propias sombras, igual no creen en el futuro del país. Están contra los -según ellos- ‘malditos Yanquis’, pero van al Consulado Americano a solicitar visa y les gustan las ciudades, playas, negocios, deportes y centros de diversiones norteamericanos. Más aún, les agrada someter proyectos de consultoría con apoyo de la USAID, la OEA o Naciones Unidas (todas, entidades internacionales mayormente financiadas por el así llamado «Imperialismo de los EE. UU.»—los Yanquis–). En otras ocasiones son «nies»: ni apóstoles del bien ni del mal, ni aliados ni contrarios, pero luchan a favor y en contra, según sus conveniencias privadas, grupales, sindicales o sus caprichos ideológicos, mal llamados teorías.

En fin ¿cómo se le llama a esto? A este circo mediático de retórica reciclada -que data quizás de la Guerra Fría-; a esta forma retrógrada de debatir y criticar o, mejor dicho, sólo de criticar, porque el debate abierto y democrático no es su predilección, sino el debate draconiano intolerante. Admitir culpa o derrota ideológica o de argumento no es una opción para ellos: Tienen la verdad, la absoluta. Su verdad es realidad insoslayable, y quieren imponerla a toda costa hasta que te sumes a sus absurdas y emocionalistas campañas o sus “defensas de principios”. Ahí entonces, para ellos, dejas de un lado la genuflexión y alienación ideológica y comienzas a ser «cuerdo», correcto, objetivo y revolucionario. Una especie de maniqueísmo político aborrecible.

 

En definitiva, a esta forma de proceder ha de llamarse ¿cómo? Esto no es ser anti-establishment. Esto debería llamarse mediocridad política, doble moral social y política, enanismo, escepticismo patológico, falta de esperanza, o simplemente egocentrismo político con una fuerte inclinación hacia el culto a la personalidad. Obsesión e intolerancia ante la disidencia. Complejo de superioridad. Complejo de Hubris invertido. Carencia de vocación democrática, pues la libertad es el absurdo que ellos mismos se han creado a su manera, más no es ser libre de pensamiento y acción o asociación, porque no se puede serlo para criticar sus desmanes o disentir de sus retóricas a menos que estés preparado a admitir su discurso no sólo como bueno y válido sino superior, sobrehumano, el acertado. ¿Qué clase de fisonomía psicológica, ideológica o de inteligencia emocional es esa?

Quiero aprender ciencias políticas dominicanas. Volver a aprender. Porque ¿cómo le podemos llamar a todo este acertijo cultural? Volveré a FLACSO a profundizar sobre estas categorías de comportamiento, visión y retórica políticos; y tendré que volver a leer a Juan Bosch, a estudiar a José Ingenieros y a reinventar la aplicación de la teoría de Daniel Goleman. De esta manera, terminar de comprender por qué la oposición política del país no ha logrado desplazar del poder al PLD en estos últimos casi veinte años, pero en igual medida, por qué la clase política dominicana en general no ha desarrollado una nueva cultura política capaz de cambiar el orden dialéctico de la historia democrática de nuestra nación. #AnDL – Santo Domingo, D.N. – La Vega, 28 de febrero, 2019.
**El autor es un jurista ciudadano, analista político, miembro y dirigente del Partido Revolucionario Moderno (PRM). Fue aspirante a Diputado por la Circunscripción No. 01 del Distrito Nacional (2016). También excandidato a la Secretaría General del mismo partido (2018). Especializado en Derecho Internacional, Regulación Económica y Responsabilidad Civil (Universidad Pantheon-Assas, Paris II). Abogado litigante, estratega de negocios y consultor empresarial. Ha realizado diplomados superiores en Ciencias Políticas y especialidad en Relaciones Internacionales (FLACSO), así como cursos de Gerencia Política (George Washington University).



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