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Acercar la atención a la discapacidad al territorio, nuevo reto

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Acercar la atención a la discapacidad al territorio, nuevo reto
📷 El CAID son atendidos síndrome de Down, trastornos del espectro autista y la parálisis cerebral.

Desde la inauguración de su primera sede en el 2014, el Centro de Atención Integral para la Discapacidad (CAID) es la institución de referencia en el tratamiento de tres discapacidades: el síndrome de Down, los trastornos del espectro autista y la parálisis cerebral. Su carácter público dio paso a expectativas pronto convertidas en urgencia y en apabullante demanda de ingreso.

Como todo organismo vivo, y una institución lo es, el CAID ha avanzado en su maduración institucional. La experiencia acumulada, las nuevas visiones asumidas a partir de la reflexión crítica sobre la organización, la actualización de los procesos terapéuticos, entre otras cuestiones derivadas de un quehacer centrado en la mejoría de la atención, han desembocado en la reformulación del modelo de servicios.

Producto de esto es el programa de expansión que acerca la atención a los sectores vulnerables, no sólo en razón de sus principios misionales, sino también como conclusión de la evidencia: los sectores sociales más vulnerables son los que menos acceden a las atenciones del CAID.

Una clasificación socioeconómica de los usuarios realizada recientemente arroja que sólo uno de cada treinta y tres niños y niñas atendidos viven en extrema pobreza y uno de cada cuatro en pobreza moderada, mientras que uno de cada cinco pertenecen a los estratos sociales altos. Una disparidad hija de factores diversos que debe ser subsanada con políticas de atención expansivas.

La respuesta a este desafío son las Unidades de Intervención Terapéutica Territoriales (UITT). No se trata, como se ha insistido en aclarar, de la creación de “pequeños CAID”, sino de unidades que brindarán atención e intervención temprana a niños y niñas entre los 0 y 5 años y 11 meses. ¿Por qué hasta esta edad? Porque permite aprovechar la plasticidad cerebral, propia de esta etapa de la vida humana, para obtener el máximo desarrollo de habilidades motoras, cognitivas, de comunicación y sociales.

Parejamente, las UITT brindarán psicoeducación familiar y comunitaria, creando una base firme para el tratamiento de la discapacidad en el entorno social y afectivo del niño y la niña usuarios. La primera de estas unidades fue inaugurada en febrero pasado en el ensanche Luperón.

El plan de expansión, que incluye 17 UITT hasta final de 2026 y seis más a partir de ese año, tiene tres motivaciones principales: territorializar los servicios; descongestionar las listas de espera en las sedes de Santo Domingo Oeste, Santo Domingo Este, San Juan de la Maguana y Santiago y ampliar el número de sedes regionales.

Siete instituciones articulan responsabilidades para asegurar el cumplimiento de los objetivos: la Dirección General de Mantenimiento e Infraestructura Escolar (DGMIE) del Ministerio de Educación, el CAID, y el Instituto Nacional de Atención Integral a la Primera Infancia (INAIPI); la Dirección General de Bienes Nacionales (BN), el Instituto Postal Dominicano (INPOSDOM), la Oficina Nacional de Evaluación Sísmica y Vulnerabilidad de Infraestructura y Edificaciones (ONESVIE), y el Ministerio de la Vivienda y Edificaciones.

Las UITT aportan otra novedad: la priorización de los servicios terapéuticos serán decididos de conformidad con las discapacidades de mayor prevalencia en el territorio.

Es decir, allí donde más niños y niñas estén afectados por una condición específica (v.gr., autismo), los servicios se orientarán a priorizarla.

La lógica que guía esta opción es concentrarse en las condiciones que generan mayor demanda de atención y servicios, optimizar los recursos terapéuticos y financieros y, sobre todo, establecer una relación productiva con la comunidad valorando sus requerimientos y creando redes de apoyo que mejoren la calidad de vida de los usuarios.

El espejo

— En los números
Sólo uno de cada 33 niños y niñas atendidos en el CAID viven en extrema pobreza y uno de cada 4 en pobreza moderada, mientras que uno de cada 5 pertenecen a los estratos sociales altos, según estadísticas de la entidad.

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